miércoles 15 de enero de 2025
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En los EE.UU. fue, es y siempre será la economía, estúpido

Por James Carville

Pensaba que Kamala Harris ganaría las elecciones en Estados Unidos realizadas en noviembre pasado. Me equivoqué. Aunque estoy seguro de que los demócratas podemos argumentar que la derrota no fue aplastante o consolarnos un poco con nuestros resultados en la Cámara de Representantes, lo más importante para nosotros ahora es afrontar que nos equivocamos y tomar medidas sobre el “porqué” predominante.

Llevo dos meses dándole vueltas a esto en mi cabeza, a todas las variables, a todos los “y si…”, a todas las preguntas sobre las decisiones de Joe Biden durante la campaña reelectoral y sobre qué tipo de demócrata o mensaje podría haber funcionado contra Donald Trump. Sigo volviendo a lo mismo. Perdimos por una razón muy sencilla: fue, es y siempre será la economía, estúpido. Tenemos que empezar 2025 con esa verdad como nuestra estrella polar política y no distraernos con nada más.

Aunque la economía estadounidense sigue siendo la más fuerte del mundo, con el PBI en aumento y una inflación que está remitiendo, el pueblo estadounidense no se conformó con que fuéramos mejores que los demás ni tomó eso como algo suficientemente bueno. Trump, por primera vez en su carrera política, ganó decisivamente al apoderarse de una franja de votantes de clase media y bajos ingresos centrados en la economía. Los demócratas han perdido totalmente el relato económico. El único camino hacia la salvación electoral es recuperarla. En política, la percepción lo es todo, y muchos estadounidenses nos ven como ausentes con la economía, como si no sintiéramos sus penurias o nos preocupáramos demasiado por otras cosas.

Para recuperar el relato económico debemos centrarnos en acelerar una máquina de mensajes transformada para el nuevo paradigma político en el que nos encontramos. Se trata de encontrar formas de hablar a los estadounidenses sobre economía que sean persuasivas. Repetitivas. Memorables. Y totalmente centradas en las cuestiones que afectan a la vida cotidiana de los estadounidenses.

Esto empieza por cómo conformamos nuestra oposición. En primer lugar, tenemos que dejar de hacer del propio Trump nuestro principal objetivo; no puede volver a ser elegido. Además, está claro que a muchos estadounidenses no les importan las acusaciones contra Trump –aunque estén justificadas–, sus impulsos antidemocráticos o las cuestiones sociales si no pueden mantenerse a sí mismos o a sus familias.

Trump ganó el voto popular al poner en primer plano la indignación económica de los estadounidenses. Si nos centramos en otra cosa, corremos el riesgo de caer aún más en el abismo. Nuestra maquinaria de mensajes debe centrarse claramente en oponerse a la impopular agenda económica republicana que perdurará más allá de él. Debemos oponernos al partido, no a la persona o al extremismo de su movimiento. No siempre estoy de acuerdo con Wall Street, pero Jamie Dimon tenía razón cuando dijo que los ataques de los demócratas contra la “ultra-MAGA” eran insultantes y políticamente insensibles. Denunciar a otros estadounidenses o a su líder como delincuentes no va a ganar elecciones; centrarse en sus penurias económicas sí lo hará, al igual que oponerse a la agenda económica republicana.

Habrá mucho a lo que oponerse. Nuestro mensaje central debe girar en torno a la oposición a los recortes fiscales de los republicanos para los estadounidenses más ricos. Es profundamente impopular, y sabemos que quieren volver a hacerlo. Y luego atacamos el resto. Sabemos que lo más probable es que los republicanos disparen los costos cotidianos con payasadas arancelarias; es casi seguro que intenten recortar la ley del cuidado de salud a bajo precio, aumentando las primas a la clase trabajadora; y probablemente no harán casi nada para frenar el precio de los medicamentos con receta.

En una muestra de inhumanidad verdaderamente asombrosa, el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, ya ha lacerado la financiación del cuidado a la salud para los trabajadores de emergencias y los sobrevivientes del 11 de Septiembre. Lo peor está por llegar.

Pero, por supuesto, la oposición es solo la mitad de la moneda.

Aunque los demócratas no tienen casi ninguna posibilidad de aprobar un programa económico audaz y progresista en los próximos cuatro años, lo que sí podemos hacer es obligar a los republicanos a oponerse a nosotros. Debemos pasar a la ofensiva con un programa económico popular y más cercano a la gente con el que no puedan estar de acuerdo.

Empecemos por obligarlos a oponerse a un aumento del salario mínimo a 15 dólares la hora. Hagamos de Roe contra Wade una cuestión también de índole económica y obliguémoslos a bloquear nuestros intentos de codificarlo en una ley. Y recuperemos la cuestión de la inmigración, convirtiéndola en una cuestión económica, y obliguemos al Partido Republicano a negar una reforma bipartidista que agilice la entrada de grandes talentos y de quienes traerán negocios a nuestro país. Este año la dirección del Partido Demócrata debe convocar y publicar una agenda económica creativa, popular y audaz y recuperar proactivamente nuestro terreno económico. Vayan por todo, sean más populistas, apéguense al progreso económico y oblíguenlos a oponerse a aquello que no pueden apoyar. Al unísono.

Por último, los demócratas deben lanzarse de cabeza con este programa económico al nuevo paradigma mediático en el que vivimos ahora. Soy un hombre de 80 años y puedo ver claramente que nos dirigimos hacia un entorno mediático no tradicional y descentralizado. Los podcasts son los nuevos periódicos y revistas impresos. Las plataformas sociales son una conciencia social. Y los influentes son los administradores digitales de esa conciencia. Nuestro mensaje económico debe ser agudo, nítido y claro, y debemos llevarlo directamente a la gente. A los aspirantes demócratas a la presidencia, sus audiciones para 2028 deberían basarse en dos cosas: 1) lo auténticos que sean en materia económica y 2) lo bien que lo expliquen en un podcast.

El camino a seguir no será fácil, pero no hay dos caminos entre los que elegir. El camino a seguir no podría ser más seguro: vivimos o morimos ganando la percepción pública de la economía.

Así fue, así es y así será siempre.

Publicado en La Naciòn el 10 de enero de 2025.

Link https://www.lanacion.com.ar/opinion/en-los-eeuu-fue-es-y-siempre-sera-la-economia-estupido-nid11012025/

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