El panorama político es de una gran fragmentación, al punto que diez candidatos competirán por la presidencia. Tres se encuentran en la izquierda, incluyendo a Andrónico Rodríguez, el joven presidente del Senado, capaz de impulsar un evismo renovado sin Evo, y uno de los mejor situados para pasar a la segunda vuelta.
También hay otros siete de derecha y centroderecha, en sus múltiples variantes, todos ansiosos de acabar con el período evista. Como viene ocurriendo desde la llegada de Evo Morales al poder, la oposición vuelve a acudir dividida a unas elecciones, pese a que en su día hicieron serios esfuerzos para avanzar con una candidatura única que finalmente derrotara al MAS en las urnas. Incluso se habían diseñado los mecanismos de selección.
Sin embargo, en abril pasado, el expresidente Jorge Tuto Quiroga, movido por sus excesivas ambiciones personales, decidió abandonar el proceso unitario y presentarse en solitario. Hoy tiene opciones para competir en el balotaje, aunque las encuestas lo sitúan en una dinámica descendente y podría ser superado por Rodríguez.
El candidato mejor situado es Samuel Doria Medina. La última encuesta conocida, publicada por El Deber, le otorga el 24%, el 22% para Quiroga y el 14,7% para Rodríguez. Dos candidatos están entre el 5,5 y el 10% y otros cinco tienen menos del 3%. También hay casi un 18% de votantes inclinados, de momento, por votar en blanco o nulo o están indecisos. Pero, llegada la segunda vuelta, a celebrarse el 19 de octubre, estos votantes podrían decantar el resultado en un sentido u otro.
Por ahora, las encuestas dan en la primera vuelta la victoria a un posible candidato opositor. En una más que probable segunda ronda entre Doria Medina y Rodríguez las fichas podrían caer del mismo lado. Pero si Quiroga se enfrenta bien contra Doria Medina o bien contra Rodríguez podría ser penalizado por su elevado índice de rechazo.
De todos modos, cualquiera sea el elegido, el futuro político y económico del país está muy comprometido y más si debe gobernar con un Parlamento fragmentado. El ganador deberá implementar un profundo programa de reformas, lo que exigirá dejar de lado viejas tendencias populistas y demagógicas y explicar muy bien sus planes, si los tiene, al conjunto de la sociedad, muy afligida ante una situación realmente angustiosa.
¿Por qué y para qué un ajuste tan duro? Las razones giran en torno a la dilapidación de ingentes fondos que permitieron en su día un reparto eficaz de la riqueza entre los sectores más necesitados, pero sin sentar las bases para que una vez agotados los recursos naturales se construyera una economía sostenible. A Bolivia le llegó el momento de dejar atrás el sueño bolivariano, convertido en pesadilla, y comenzar a construir un país más igualitario y justo.
Publicado en El Periódico de España el 19 de junio de 2025.
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