jueves 25 de abril de 2024
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El zar Putin

Con la difícil misión de gobernar el país más extenso del mundo, centro de la otrora URSS, Vladimir Putin reforma las instituciones de su país para fortalecer su liderazgo antes de que su mandato expire en el 2024.

Rusia pasó de la monarquía zarista al comunismo, con apenas un interregno de breve republicanismo. Queda muy claro – que al igual que China – la cultura política rusa no se inscribe en el molde occidental de la democracia liberal. Y esto no es un juicio de valor, es una realidad histórica. En el siglo XIX, esto fue signo de “país atrasado” o “no civilizado”. En el siglo XXI es signo de que existen pueblos que se manejan de otra manera. Y China es el ejemplo más palmario.

Muy preocupado por una economía atrasada y estancada, por mantener unida a la Federación Rusa y su zona de influencia controlada, a la vez que tener una voz en el concierto de las naciones, el ecléctico Putin entiende que sólo con puño de hierro y una estructura de poder vertical, sus metas serán alcanzables.

Con ese motivo, el presidente ruso dio las primeras señales para cambiar el sistema político general de Rusia en su discurso en la Asamblea Federal el 15 de enero. El ex agente de la KGB pretende mantener su influencia en la administración estatal, realizando enmiendas a la constitución para distribuir el poder político a los órganos legislativo y ejecutivo.

Luego de la renuncia de todo su gabinete para dejar sus “manos libres”, el líder ruso reunió de inmediato al grupo de trabajo para reformar la constitución con el objeto de que la nueva estructura de poder le permita colocarse por sobre las instituciones y transformarse de hecho en un zar.

Putin pretende que el Consejo de Estado ruso,que ahora es un órgano consultivo presidido por el presidente ruso e integrado por los gobernadores de Rusia, altos funcionarios y jefes de los órganos legislativos y los partidos, desempeñe una función de formulación de políticas públicas. Por otra parte, la Duma podrá confirmar al primer ministro, pero una vez que asuma dependerá exclusivamente del presidente y podrá renunciar sin necesidad de notificar al legislativo. Con esta reforma Putin podría posicionarse – en tanto presidente de ese cuerpo – en el vértice superior del sistema político al ejercer su posición sobre los órganos de gobierno una vez que su mandato termine.

Esta sería una maniobra que evitaría la clásica reforma para habilitar una nueva reelección y prolongar una estadía en el poder que lleva más de 20 años. En la última elección recibió el 77 por ciento de los votos, allá por 2018. Igual respaldo tuvo su referendum de 2020 para modificar la Carta Magna.

La estrategia que maneja Putin es similar a la de su colega de Kazajstan, Nursultan Nazarbayev, quien entregó el poder a Kassym-Jomart Tokayev, el año pasado. En el sistema político de ese país – parte del patio trasero de Moscú y últimamente convulsionado -, algunos de los poderes y responsabilidades del presidente fueron transferidos al parlamento para aumentar su influencia sobre el ejecutivo. Luego, Nazarbayev recaló como presidente vitalicio del Consejo de Seguridad, órgano responsable de temas de seguridad nacional y política exterior.

Una nueva cláusula – ya planteada en la reforma de 2020 – está destinada a los siempre castigados opositores rusos que buscan refugio en la ayuda extranjera, está referida a los requisitos para los candidatos presidenciales. Hoy, un candidato debe haber vivido en Rusia durante 10 años. La nueva Constitución aumenta ese número a 25, junto con la prohibición de haber tenido alguna vez la ciudadanía extranjera o el derecho a la residencia continua. Como muchos opositores rusos han residido o estudiado en el extranjero, la interpretación de estas disposiciones puede ser un poderoso instrumento de control electoral.

Finalmente, otra importante propuesta de cambio por parte de Putin se centra en los acuerdos internacionales, a los que Rusia adheriría sólo si estos no entran en conflicto con la constitución.

Del espíritu imperial que Putin pretende restaurar, queda poco. Sólo el arsenal nuclear y un ejército respetable son la herencia de la URSS con la que la Federación aún ocupa un lugar de poder en el mundo. Pero Putin no pretende, como la Rusia soviética, que su modelo se expanda por el mundo. Tan sólo pelea por mantener en orden una casa asediada por una enorme cantidad de problemas en una de las áreas más conflictivas del globo.

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