El papa Francisco, que se encuentra aún convaleciente, firmó este lunes el decreto que reconoce las “virtudes heroicas” del arquitecto catalán Antoni Gaudí (1852-1926), creador de la basílica Sagrada Familia en Barcelona.
Para promulgar el decreto, Francisco, de 88 años y convaleciente tras una grave neumonía, recibió al prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el cardenal Marcello Semeraro.
Este fue el primer encuentro oficial de su agenda desde que dejó el hospital el 23 de marzo, según informó el portal dw.
El camino hacia la santidad tiene varias etapas: la primera es ser declarado “Venerable siervo de Dios”, título que se da a una persona fallecida a la que se reconoce “haber vivido las virtudes de manera heroica”; la segunda, beato y la tercera santo.
Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión, y para que sea canonizado o hecho santo se precisa un segundo milagro obrado por intercesión, después de ser proclamado beato.
El proceso de beatificación de Gaudí se impulsó hace 30 años por la Asociación Probeatificación de Antonio Gaudí, fundada en 1992 y presidida por José Manuel Almuzara, mientras que posteriormente el cardenal y arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, constituyó la Asociación Canónica que tomó el relevo de la de carácter civil.
Según la Asociación Canónica, Gaudí fue “testimonio de fe, hombre de fe, gran observador de la naturaleza y arquitecto genial y se ha convertido en una figura universal de la arquitectura moderna. Su aporte a esta disciplina rompió con los esquemas establecidos. El testimonio de fe que ofreció en vida ha quedado plasmado en su obra más importante, la Sagrada Familia de Barcelona”.
En marzo del año 2000, la Santa Sede había autorizado la apertura formal del proceso diocesano de beatificación que llevó a constituir el correspondiente tribunal para investigar la fama de santidad.
Gaudí, apodado “el arquitecto de Dios”, es el creador de la monumental basílica de la Sagrada Familia de Barcelona, en construcción desde hace más de un siglo y consagrada en 2010 por Benedicto XVI, allanando el camino para su uso como lugar de culto.
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