viernes 29 de marzo de 2024
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El trabajo infantil, otra consecuencia de la concentración económica

En todo el mundo, unos 160 millones de niñas y niños de entre 5 y 17 años trabajan, según UNICEF. La mitad de ellos realizan trabajos que ponen en riesgo su salud y sus vidas. Lo que sorprende es que en los EE.UU. el trabajo infantil aumento casi un 70 por ciento, desde 2018.

Los datos globales indican que se ha invertido la tendencia mundial hacia la disminución del trabajo infantil que se venía registrando en los últimos 20 años. Hoy, se registra un aumento que se centra en los niños y niñas de 5 a 11 años. Luego de la pandemia, cerca de nueve millones de niños más corren el riesgo de ser víctimas de este flagelo. Y no es casual que el aumento de la inflación y de la consecuente concentración de la riqueza – entre los que está la llamada greedflation (inflación por codicia) – lleve a los más pobres a situaciones límites.

Este problema que es más habitual en las zonas rurales de los países en desarrollo se está verificando en los EE.UU. en el sector industrial. En febrero de 2022, un primer informe de la agencia Reuters descubrió a jóvenes adolescentes trabajando en peligrosas plantas de procesamiento de pollos en Alabama. En el mismo estado, también Reuters publicó que una subsidiaria de Hyundai Motor Co. utilizaba mano de obra infantil en una planta que suministro de autopartes para la línea de montaje que el fabricante de automóviles coreano tiene en las cercanías de Montgomery.

Hace una semana, la periodista Hannah Dreier que estaba realizando una investigación sobre adolecentes falsamente acusados de pandilleros en Long Island, le dijo a su editora del New York Times: “Me di cuenta de que había estado tan concentrada en las políticas fronterizas y de detención que me había olvidado de informar sobre las experiencias de los niños una vez que viven en los EE. UU.” Y entrevistando a los adolescentes dio con su realidad de trabajadores ilegales.

Hannah pasó los últimos 10 meses investigando y habló con más de 100 niños trabajadores en 20 estados para ello. “Los niños migrantes, que han estado llegando a los Estados Unidos sin sus padres en cantidades récord, están terminando en algunos de los trabajos más penosos del país”, escribe Hannah. Muchos niños han trabajado en empresas muy reconocidas, como Whole Foods, Walmart, J. Crew y Frito-Lay. “No es que queramos trabajar”, dijo Kevin Tomas, de 15 años, quien recientemente estaba estibando cajas de cereal en una fábrica. “Es que tenemos que ayudar a nuestras familias”.

En el último año fiscal se investigaron 835 empresas, que empleaban ilegalmente a 3.800 niños y adolescentes y fueron multadas con unos 15.000 dólares por cada menor en un trabajo ilegal, aunque esas multas no son suficientemente altas para disuadir a las grandes empresas de su accionar ilegal e inmoral. La legislación estadounidense permite el trabajo a partir de los 14 años, pero con limitación de horas para los menores de 16 y en trabajos no peligrosos para la salud.

El pasado 17 de febrero se anunció la resolución de uno de los mayores casos de trabajo infantil en la historia reciente estadounidense contra la empresa Packers Sanitation Services que, con filiales en ocho estados, empleó a más de 100 menores en sus plantas de faena y procesamiento de carne donde estaban expuestos a productos químicos tóxicos usados para la limpieza de los equipos, por lo que fue condenada a pagar una multa de 1,5 millones de dólares. En el país hay 600 investigaciones en curso por trabajo ilegal de menores de edad.

En los últimos años, la cantidad de niños migrantes que ingresan a los EE. UU. se ha disparado por una combinación de razones. Los ciudadanos al sur del Río Bravo, sin expectativas de progreso o abrumados por la violencia, migran en caravanas hacia los EE.UU., tendencia que aumentó luego de que la administración de Donald Trump discontinuara una serie de programas del presidente Barak Obama, destinados a contener la situación humanitaria en esos países. Luego, la pandemia de Covid, con carga de empobrecimiento, exacerbó la desesperación por ir a “la tierra prometida”.

De este modo, en 2022, la cantidad de menores no acompañados por un familiar mayor que ingresaron a los EE. UU. fue de 130.000, tres veces más que cinco años antes. Una proporción que también se registró en la inmigración global.

Ante el escándalo publicado esta semana por el matutino neoyorkino, el secretario de Trabajo, Marty Walsh, anunció nuevas medidas, tales como la creación de un grupo de trabajo interinstitucional, más inspecciones en los lugares de trabajo, o el aumento de las multas a las empresas que empleen ilegalmente a menores en cadenas de producción y trabajos peligrosos.

“Cada niño en este país, independientemente de su circunstancia, merece protección y cuidado como esperaríamos para nuestro propio hijo”, dijo el secretario de Salud, Xavier Becerra, en otro comunicado.

Mientras tanto, la estructura económica estadounidense muestra que su grado de concentración ha alcanzado el máximo histórico, sobre todo en rubros sensibles como la alimentación y la energía. Y ya se sabe que si no hay competencia el precio lo fija el monopolio a su antojo. Así es como cuatro corporaciones controlan entre el 55 y el 85 por ciento de las ventas de carne y seis petroleras dominan la producción de energía.

Una medida de la desigualdad creciente está dada por un indicador elaborado por el Instituto de Política Económica (EPI) que estima que la compensación de los directores ejecutivos ha crecido un 1322 por ciento, desde 1978, mientras que la compensación de los trabajadores ha aumentado solo un 18 por ciento, en ese lapso. En 2020, los directores ejecutivos de las 350 empresas más importantes de EE. UU. ganaron en promedio 24,2 millones de dólares, 351 veces más que un trabajador típico.

En este aspecto más estructural es en el que la administración Biden tiene más problemas para hacer un cambio que, además, no es privativo de los EE.UU., los márgenes de ganancias corporativas en el Reino Unido, fueron un 74 por ciento más altos que antes de la pandemia y en España, los márgenes del 2022 fueron un 60 por ciento más altos que en 2019.

De manera que el aumento del trabajo infantil es una consecuencia de la pauperización creciente a manos de quienes han visto, hasta triplicar, su fortuna en estos dos últimos años, aprovechando los efectos devastadores de la pandemia sobre las cadenas de suministros y la guerra de Ucrania, con el encarecimiento de la energía y los alimentos.

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