Durante una entrevista por Crónica TV al Presidente Milei, el experimentado periodista Chiche Gelblung quedó sorprendido ante el abrupto tránsito del entrevistado a su propio “multiverso” educativo:
– …hicimos un programa para darle financiamiento a los chicos que estudian en el sector privado que los padres no pueden pagar la cuota. Dijo muy convencido Milei.
– Pero eso nunca llegó. Respondió azorado Chiche.
Ya completamente inserto en este “universo paralelo”, el Presidente respondió:
– Sí, está todo funcionando. Yo el otro día estaba cenando con un amigo y su empleada…
Rápido de reflejos, advirtiendo que el Presidente sostenía como verdad algo que –al menos en este plano terrenal– no era cierto, el conductor le dio pie a rectificarse, al mismo tiempo que buscó la primicia:
– Ya le avisaron a los padres que si no podés pagar la cuota te ayudan?
Pero no hubo caso, el Presidente continuaba flotando en esa otra realidad paralela y le contestó:
– Sí, lo tienen que coordinar con el colegio, y la ayuda se hace desde ANSES.
Este pasaje de la entrevista, tan breve como elocuente, muestra a un Presidente que no sólo desconoce la realidad, sino que se empeña en sostener algo que no es. Hace alrededor de un mes, desde el Ministerio de Capital Humano anunciaron que implementarían un sistema en que el Gobierno contribuya con las familias que envían a sus hijos a colegios privados, pagando un porcentaje de la cuota a través de una subvención. Este anuncio se dió en medio de una serie de aumentos de cuotas de obras sociales y medicina prepaga, servicios públicos, transporte, etc, buscando paliar la difícil situación de las familias que deben solventar sus necesidades más básicas con un salario que pierde valor mes a mes. Sin embargo, las clases ya comenzaron en todo el territorio nacional y no existe registro de la puesta en marcha del programa en cuestión, a pesar de lo manifestado por el Presidente.
No es la primera vez que Javier Milei se muestra disociado de la realidad: en una entrevista por A24 con Esteban Trebucq, en medio de la campaña electoral, el Presidente interrumpió de manera abrupta su alocución pidiendo que “termine el murmullo detrás de cámara”. El periodista pidió silencio frente a los pocos presentes y consiguió que la entrevista continúe, pero el Presidente volvió a insistir: “yo entiendo lo que quieran, pero veo gente desde que inicié que hablan demasiado. Es muy difícil, temas tan complejos, con murmullos en el oído”. Luego de su insistencia en el reclamo, dio por terminado el asunto, completando su explicación no sin dificultades. A pesar del trato preferencial del periodista hacia el candidato, no pudo evitar que se filtren videos que mostraban un estudio de televisión completamente vacío y en silencio –salvo por los camarógrafos y demás personal que trabaja habitualmente en el rubro televisivo–. ¿Cuáles eran las voces que escuchaba Milei?. En otra entrevista, Milei estaba dialogando con el mismo periodista cuando de pronto gira la cabeza hacia la pantalla de fondo e interrumpe la conversación diciendo: “mirá, ese es Conan”. La aparición de la imagen de su perro fallecido provocó su inmediata reacción, impidiéndole seguir el hilo de la charla y trasladando al entonces candidato a una brumosa zona de recuerdos y ensoñación.
Volviendo a la cuestión educativa, que el Presidente sostenga como un hecho algo que no es cierto, y además pretenda reafirmarlo invocando una conversación con un amigo es bastante preocupante. No sólo por su insistencia en la mentira, sino fundamentalmente por el alejamiento de la triste realidad educativa que viven millones de niños y sus familias en Argentina. Los problemas que atraviesan nuestra educación son tantos y tan graves que deberían ser harto conocidos y adecuadamente considerados por el Presidente de la Nación: algunos de ellos –como la baja calidad de los aprendizajes, la deserción escolar y la desigualdad educativa– forman parte de una herencia maldita que se arrastra desde hace décadas, otros surgieron como consecuencia de medidas tomadas directamente por él –como la quita de fondos educativos a las provincias–. Pero todos ellos deberían formar parte de las preocupaciones de un Gobierno Nacional que tiene la responsabilidad de garantizar el derecho a la educación para todos sus habitantes.