Un día como hoy, hace cuarenta años, el presidente Raúl Alfonsín recibió el informe final de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas En 280 días, reunió 8960 denuncias de desapariciones (la mitad de ellos, obreros y estudiantes), secuestros de bebés y
niños y el entierro anónimo en fosas comunes (NN).
Y se identificaron 340 centros clandestinos de detención “En nombre de la seguridad nacional, miles y miles de seres humanos, generalmente jóvenes y hasta adolescentes, pasaron a integrar una lista tétrica y fantasmal, la de los desaparecidos.
Palabra, triste privilegio argentino, que hoy se escribe en castellano en toda la prensa del mundo”, sentenció esa noche, Ernesto Sábato, titular de la CONADEP “Después de la verdad, ahora la justicia” fue la consigna que convocó a más de 80 mil personas ese jueves. Una marcha custodió las 50 mil fojas que llenaron las cajas que se trasladaron a la Rosada. Por la mañana, la CGT aclaró que no iba.
Publicado por EUDEBA, el Nunca Más lleva más de 600 mil ejemplares vendidos y fue traducido a una decena de idiomas. El término, sugerido por el único extranjero de sus miembros, el rabino estadounidense, Marshall Meyer, remitía “al grito del ghetto de Varsovia”.
El fiscal Julio Strassera, un año después, cerró con él su alegato reconociendo que lo hacía “renunciando a toda pretensión de originalidad”.
Los acusados aún integraban las Fuerzas Armadas y de Seguridad, tenían poder de fuego y mando de tropa. Esa mañana, el general (RE) Ramón Camps presentó un amparo para que no se difundiera la nómina de denunciados en el informe.
Los organismos se opusieron a integrarla porque querían una comisión parlamentaria. El peronismo tenía en el Congreso a tipos como Rodolfo “Fito” Ponce, que había sido jefe de la Triple A en Bahía Blanca. Más de 600 denuncias de desapariciones eran previas al 24 de marzo de 1976 y la responsabilidad recaía sobre el peronismo.
La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos sumó al obispo católico, Jaime de Nevares; al pastor metodista, Carlos Gattinoni; y al propio Meyer. La Asamblea había sido fundada por Alfonsín en el final del aquelarre isabelino y fue la única que dio el sí.
El peronismo no solo se opuso a la creación, no envió a ningún senador para que la conformara. En cambio, Diputados sumó tres radicales, Horacio Huarte (PBA), Santiago “Chiche” López (Chubut) y Hugo Piucill (Río Negro) Madres de Plaza de Mayo llamó a no concurrir, no declarar y no ratificar denuncias. Es más, ese mismo día convocó a una contramovilización en Parque Lezama.
La tarea de la CONADEP fue titánica, visitó centros clandestinos, cuarteles, comisarías, recorrió el país y tomó denuncias en el extranjero. Todo ad-honorem y bajo constantes amenazas telefónicas.
Alfonsín ideó la comisión para que la presida el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. Solidario con el planteo de los organismos, el Nobel no participó Así emergió Sabato. Junto a él, también fueron designados el exintegrante de la Corte, Ricardo Colombres; el exrector de la UBA, Hilario Fernández Long; os filósofos Gregorio Klimovsky y Eduardo Rabossi; y la periodista Magdalena Ruíz Guiñazú Párrafo aparte para René Favaloro, que renunció a los pocos días Un día más tarde nació la subsecretaría de Derechos Humanos, y Rabossi fue su primer titular.
La democracia estaba en marcha.