viernes 19 de abril de 2024
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El drama de la deuda

El 1 de febrero de 2022, la deuda pública de Estados Unidos ha superado, por primera vez en su historia, los 30 billones de dólares, informó esta semana el Departamento del Tesoro.

En enero de 2020, antes de que la pandemia se extendiera por el mundo, la Oficina de Presupuesto del Congreso de los EE.UU. proyectó que la deuda nacional bruta alcanzaría los 30 billones de dólares hacia fines de 2025. Pero la deuda total superó el tamaño de la economía estadounidense el año pasado, una década más rápido de lo esperado.La deuda era de 9.2 billones de dólares en diciembre de 2007, antes de la crisis financiera de 2008.

Por eso, el panorama es sombrío para la economía estadounidense, que lidiando con la inflación más elevada de los últimos 40 años, se dispone a encarecer el costo del dinero con la primera – habrá otras – subida de las tasas de interés dispuesta por la Reserva Federal. Este récord de deuda pública se explica por el enorme gasto federal que Estados Unidos ha desplegado para combatir la pandemia. Unos 5 billones de dólares que se utilizaron para financiar la ampliación de los beneficios por desempleo, el apoyo financiero para las pequeñas empresas y los pagos de estímulo, se obtuvieron con dinero prestado, equivalente a haber adelantado varios años de una progresión normal de la deuda en circunstancias pre pandémicas.

No obstante, la economía estadounidense hace años que viene a los tumbos. Desde 1960, el Congreso ha modificado el límite de la deuda pública 78 veces. Durante los últimos 40 años todos los presidentes prometieron limitar los préstamos federales y reducir el déficit presupuestario de la nación, en línea con el despliegue hegemónico de los lineamientos neoliberales.

Pero el control de esos déficits se ha hecho imposible en los últimos años en los que el recorte de impuestos ha ido en desmedro de la capacidad de financiarse por parte del gobierno federal. Este descontrol se disparó antes de la pandemia bajo la administración de Donald Trump, cuando los legisladores superaron los límites presupuestarios y pidieron dinero prestado para financiar esos recortes de impuestos y acrecentar sus gastos federales. Esa estrategia no hubiera sido aprobada jamás por los técnicos del FMI puestos a enmendar las economías emergentes en donde la condición es “no gastar más de lo que se tiene”. Hoy el déficit fiscal del gobierno federal de los EE.UU es del 12,4 por ciento de su PIB.

“Alcanzar la marca de los 30 billones de dólares es claramente un hito importante en nuestra peligrosa trayectoria fiscal”, dijo Michael Peterson, director de la Fundación Peter G. Peterson, a The New York Times . Y agregó algo que es una verdad a gritos: “Durante muchos años antes de Covid, Estados Unidos tenía un camino fiscal estructural insostenible porque los programas que hemos diseñado no están suficientemente financiados por los ingresos que recibimos”.

Con Trump, la mayoría de los republicanos se despojaron de sus últimos vestigios de halcones fiscales y votaron siguiendo las líneas del partido en 2017 para aprobar un recorte de impuestos de 1.5 billones de dólares, pero además aumentaron el gasto federal. Lo que fue bueno para las corporaciones que vieron engrosadas sus ganancias fue malo para la economía del país.

La rentabilidad de los bonos del Tesoro ha permitido – hasta aquí – que el gobierno pueda obtener créditos a un costo relativamente bajo para apuntalar la economía, que entró brevemente en recesión en 2020 como consecuencia del cierre de la actividad económica por la pandemia. El crecimiento del PIB en 2021, a un buen ritmo de casi el 6 por ciento es una buena señal, pero el aumento de la tasa hará más cara esa opción.

El creciente déficit presupuestario es un argumento esgrimido por los republicanos – y algunos demócratas conservadores – para oponerse a los gastos extraordinarios que el gobierno de Biden está solicitando para su ambicioso programa de gasto social y ambiental que se eleva a 2 billones de dólares. El senador demócrata centrista Joe Manchin acaba de torpedear el proyecto de ley con el argumento de la “deuda descomunal” que acarrearía, y la tramitación del mismo está empantanada en el Senado.

Los préstamos que la administración Biden considera indispensables para reactivar la economía y reducir la desigualdad de la sociedad, dejarán a la nación con una carga de deuda tan grande que el gobierno tendría que destinar una cantidad mayor que el producto total anual de la economía de los Estados Unidos para poder pagarla.

“El hito de 30 billones de dólares en deuda debería ser una gran señal de alerta para todos nosotros sobre la futura salud económica, la equidad generacional y el papel de Estados Unidos en el mundo”, concluyó Peterson.

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