domingo 4 de mayo de 2025
spot_img

El disenso es salud

El disenso es una virtud constitutiva de las sociedades democráticas. Antecede al consenso como condición necesaria de su existencia y tiene un rol tan fundamental, que SPINOZA, el primer gran teórico de la democracia, lo consideró la virtud más peculiar de este régimen.
Su relación con el poder es directa e incomprendida: al estar en proceso de formación constante, cuando el poder se expone a ideas distintas logra una sana estabilidad y, por sobre todas las cosas, mesura para evitar los desbordes propios de los autoritarismos.
Pasando al plano constitucional, para que exista el disenso debe haber libertad de pensamiento, que no es posible si no se asegura la libertad de expresión. No como una oposición incondicional al poder, que tampoco sirve, sino tomando como referencia la máxima del periodista C.P. SCOTT: los hechos son sagrados, pero la opinión es libre.
Esa frase sintetiza la tarea y el límite moral en el que debe actuar el periodismo; dentro de él, no puede ni debe haber restricción alguna. Amén de los artículos 14 y 32 de nuestra Constitución, sirva de referencia una reflexión del ensayista español PÉREZ DE AYALA, para quien cualquier constitución podría limitarse a un solo artículo: la libertad de opinión de la prensa escrita.
Sirva este marco teórico para entender la gravedad de los ataques verbales que desde el poder han ido escalando contra algunos periodistas. Dejemos algo en claro, para no distorsionar la discusión: no se están poniendo en duda los esfuerzos de estabilización económica que ha llevado adelante este gobierno. Se está hablando de otra cosa acá, que tiene que ver con lo institucional como condición ineludible para que cualquier logro se traduzca en algo estable y duradero.
Los cambios políticos en Argentina a veces son tan vertiginosos, que pasan desapercibidos. Lo mismo ocurre con las similitudes: en el año 2006 se creó formalmente el observatorio de la discriminación en radio y televisión, como preludio a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que se impulsó y aprobó en 2009. La virulencia contra el periodismo de estos días no sólo es parecida, sino que nada tiene que envidiarle a la de aquellos.
Todas esas acciones desde el poder tienen un común denominador: la censura. No es sólo prohibir o controlar lo que se dice o deja de decir. Existe también lo que CARLOS COSSIO llamaba la “precensura”: aquella que no se ejecuta directamente desde el poder jurídico del Estado, sino con actos de intimidación que enervan la libertad de pensar y expresarse, y terminan logrando la autocensura. Todo lo cual es aún más grave, porque no existe la misma protección legal contra estos ataques disfrazados de libertad de expresión desde el poder.
No hay nada menos saludable para una democracia que el monólogo elogioso. Disentir, pensar distinto, refuerza el poder, preña de eficacia y estabilidad su accionar. Difícil que los cambios sean definitivos sin un proceso agonal que escuche al que piensa distinto. Lo dice nuestra historia y también nuestra Constitución. No repitamos errores.

spot_img
spot_img

Veinte Manzanas

spot_img

Al Toque

Martín D'Alessandro

La insoportable levedad de la política argentina

Alejandro Garvie

El tiro por la culata

Maximiliano Gregorio-Cernadas

La sociedad del hedonismo