La sociedad francesa, y en especial la europea, dividió opiniones y alimentó aún más los prejuicios y odios con el caso Dreyfus, un poco conocido oficial de Artillería del ejército galo, nacido en una familia de tradición judía, en la región de Alsacia (territorio siempre en disputa con Alemania). Pero también se prestó para el mito de la traición y una ola de antisemitismo y “pogroms” (término que en ruso se traduce como “devastación”, muerte y apropiación de bienes de las posesiones de los perseguidos).
En esa Europa, en la transición entre el siglo XIX y el XX, el caso Dreyfus se tradujo en una inmigración en masa fuera del viejo continente. También dio origen a un movimiento de retorno a Palestina, dirigido por el periodista austríaco Theodor Herzl que fue conocido como “sionismo”, con la intención de crear un nuevo Estado en aquella región por entonces en manos del Imperio turco.
Una mujer analfabeta, Madame Bastian, contratada por el espionaje francés en la embajada de Alemania en París consiguió papeles que mostraban secretos militares franceses.
Francia no podía entonces superar la humillación que representó su derrota ante el ejército alemán en 1870 y sus repercusiones. La sangrienta batalla entre los dos países se extendió entre el 19 de mayo de 1870 y el 10 de junio de 1871 con los alemanes cercando París. Fue una guerra de trincheras que ya se había usado en la guerra civil norteamericana 10 años antes. El sangriento enfrentamiento fue descrito por el escritor Émile Zola en su libro La Débâcle, una joya literaria.
Como si fuera poco, en 1871, tras la caída de Napoleón III, la figura relevante del Segundo Imperio, entre el 18 de marzo de ese año y el 20 de mayo, forjó un movimiento insurreccional conocido como “la Comuna de París”, dirigido por socialistas y anarquistas que pregonaban la autogestión, el antiautoritarismo y la libertad como el mayor valor.
Los alemanes se negaron a reprimir la protesta. Dejaron el aplastamiento a lo que quedaba de las tropas francesas que ejecutaron en continuos fusilamientos a más de 10.000 ciudadanos. Monárquicos y conservadores aplaudieron la acción militar contra los revoltosos. A partir de ese momento, emergió la Tercera República francesa, muy débil, en constantes crisis políticas y con miedo a la restauración de la Corona.
En esa década y en la que siguió se expandió un movimiento nacionalista, anti anarquista, anti alemán y antisemita que tuvo entre sus líderes a Charles Maurras. Fueron sus escritos los que se convirtieron en la base del surgimiento de los nacionalismos en Europa y en la base ideológica que llevarían a la Primera Guerra Mundial.
También influyeron en todo el mundo. En Argentina del siglo XX, el movimiento nacionalista entre los políticos y los intelectuales del país tuvo como libros de cabecera los de Maurras. Gestó toda una escuela de pensamiento y acción que se expresó en libros y en apoyo al general José Félix Uriburu, jefe del golpe militar contra Hipólito Yrigoyen gestionando su segundo mandato presidencial en 1930.
A fines del siglo XIX residían en Francia 80.000 judíos. Los nacionalistas, conservadores y autoritarios originaron una protesta continua en los diarios acusándolos de acaparar la industria y de “intoxicar” al país. Ese momento facilitó que los altos mandos consideraran, por una hoja encontrada en la embajada alemana, que se pusiera en marcha una investigación con grafólogos, quienes confirmaron que había sido escrita por el capitán Alfred Dreyfus, del arma de Artillería, que tenía como destino el Estado Mayor del Ejército, junto con otros camaradas de arma. Con un detalle: no todos los grafólogos estaban de acuerdo en quién era el espía.
Sin dar explicaciones, la corte militar integrada por una mayoría de militares antisemitas y dirigida por el general Du Paty de Clam condenó a Dreyfus, sin pruebas concluyentes, que tenía entonces 35 años, a una degradación (quita de insignias y destrucción de su espada) el 5 de enero de 1895 y su envío a la prisión en la Isla del Diablo con el cargo de “traición a la patria”. Esa isla quedaba a 11 kilómetros de lo que entonces se conocía como la Guayana francesa en América Latina.
El Consejo de Guerra se había desarrollado entre el 19 y el 21 de diciembre de 1894. Apelaron al riesgo que comportaba para la nación la revelación de nuevas armas en poder de Francia. Fue acusado al “alta traición”.
El responsable de la condena llegó a dejar sobre una mesa en el calabozo de Dreyfus un revólver cargado para que éste cumpliese con el mandamiento de honor no escrito y se suicidara.
Tras la condena, la familia de Dreyfus se movilizó procurando salvarlo a toda costa. Su hermano Mathieu contrató abogados penalistas que no encontraron indicios de traición. Los informes incriminatorios solo se referían a una supuesta indiscreción, su conocimiento del alemán, su notable memoria y una supuesta relación extramatrimonial con una mujer austríaca.
Mathieu inició una larga lucha judicial y política en defensa de la inocencia de su hermano que se prolongó por 10 años. Llegó a demostrar que el autor material de la carta por la que fue sentenciado Alfred Dreyfus era el comandante de origen aristocrático Ferdinand Walsin Esterházy, quien fue juzgado inocente, aunque no se pueda creer. Inmediatamente huyó a Inglaterra.
Pero la bomba que acorraló al tribunal militar fue la publicación en el diario L’Aurore, editado por el futuro primer ministro Georges Clemenceau, de una carta de Émile Zola titulada en primera página “J’Accuse”, dirigida al presidente de la República, que sostenía la inocencia de Dreyfus. Zola tuvo que exiliarse en Londres al día siguiente, por temor a agresiones de todo tipo.
En esos mismos días, un tribunal militar revisó el juicio y volvió a declarar culpable a Dreyfus, quien a su pesar aceptó el indulto que le ofreció el Gobierno. Ayudó permanentemente para consagrar su inocencia el Coronel Picquart.
Cerrada la vía penal, Dreyfus dejó por escrito el 19 de septiembre de 1899 su intención de seguir luchando por su honor más allá de los tribunales. Escribió: “Desde hoy seguiré persiguiendo sin tregua la reparación del espantoso error judicial del que he sido víctima. Quiero que Francia sepa que soy inocente”.
La revisión de los archivos judiciales del caso, por orden del Gobierno, determinó en 1903 que el acusado había sido incriminado mediante documentos falsificados y actuaciones contrarias al derecho. El 12 de julio de 1906 el Tribunal de Casación anuló la sentencia de la Corte Militar.
El Gobierno firmó un decreto que restituyó a Dreyfus al Ejército, reconociéndolo como Caballero de la Legión de Honor víctima del escándalo judicial en todo el siglo XIX. Dreyfus llegó a la edad de su retiro y se murió por deficiencias cardíacas en 1935, a los 75 años.
Zola y su esposa murieron el 29 de septiembre de 1902, a los 62 años por inhalación de monóxido de carbono. Dormían al calor de una chimenea mal ventilada. La muerte de Zola fue muy sospechosa. Su amante y madre de sus dos hijos lo calificó de asesinato. En 1953 el diario francés Liberation publicó una investigación, en una de sus página confirmaba las palabras de un hombre en su lecho de muerte: “Fui uno de los que taponó la chimenea de su departamento”. En los hechos, Zola fue asesinado.
Se exhibió en Europa y llegó a la Argentina pocos días antes de la pandemia de Covid-19 la película filmada por el director Roman Polanski y titulada El Oficial y el Espía. Se cerraron los cines y no pudo ser exhibida.
Publicado en El Auditor el 12 de agosto de 2020.
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