miércoles 24 de abril de 2024
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El camino de Boric

El discurso del presidente de Chile, Gabriel Boric, luego del rechazo popular a la nueva Constitución, traza un curso en defensa de la democracia y la pluralidad en una región en la que priman los antagonismos y la debilidad democrática.

El resultado del plebiscito – 38 a favor y 62 en contra – para aprobar la nueva Constitución ha sido calificado como una dura derrota para el gobierno de Boric. Sin embargo, su discurso estuvo centrado en las coincidencias históricas del pueblo chileno desde el siglo XIX, destacó la inédita participación del 85 por ciento de sus conciudadanos en la compulsa – un récord histórico – y convocó a la oposición y líderes sociales a volver a intentar darse una Constitución que deje de lado el texto originado durante el gobierno del dictador Augusto Pinochet.

La incorporación de más votantes en este referéndum – unos 4,5 millones – se explica porque el mismo era obligatorio y esa irrupción da cuenta del mayor rechazo a la aprobación, ya que sólo un 6 por ciento de los nuevos votantes estuvieron a favor.

No cabe duda acerca de las consecuencias políticas para la coalición que lidera Boric, de hecho, se esperan cambios en el gabinete a los que ingresarían representantes de la Concertación, reconfigurando el perfil del gobierno, pero incorporando riqueza a ese frente. Claro que para los extremos políticos fue “una derrota del comunismo”, o “un avance de la derecha tradicional que difundió temor a través de sus medios hegemónicos”. Con esa misma tónica se expresaron los líderes más ultras de ambos lados de la grieta, aquí en la Argentina.

Boric se muestra cauteloso y paciente. El mismo domingo reconoció haber escuchado la voz del pueblo y logró, ese mismo día, la aceptación de todos los sectores para proponer un texto mejor. El periodista televisivo Cristián Warnken, líder del grupo de izquierda Amarillos de Chile declaró: “Una Constitución que divide tiene poca esperanza de durar” … … “Queremos una nueva y buena Constitución, pero que sea hecha a partir del diálogo, no de la intolerancia, del acuerdo y no del maximalismo y el espíritu refundacional”.

El célebre presentador del exitoso programa cultural “La belleza de pensar” interpretó que el fracaso del texto producido por la Constituyente fue su exceso de radicalidad, que se explicaría centralmente por el “octubrismo”, es decir por el predominio de los actores político-sociales procedentes de la revuelta de octubre del 2019 que luego fueron elegidos como convencionales integrando las listas de independientes de los partidos tradicionales. De allí también surgió el mismo Boric.

Es cierto que las sociedades no pueden procesar cambios abruptos y la nueva Constitución era un revulsivo para muchos sectores: Los votantes chilenos rechazaron una propuesta compuesta de 388 artículos que habría legalizado el aborto, instaurado la atención médica universal, exigido paridad de género en el gobierno, otorgado mayor autonomía a los pueblos indígenas, empoderado a los sindicatos, fortalecido las regulaciones sobre la minería, brindado derechos a la naturaleza y los animales. La Constitución habría consagrado más de 100 derechos, más que cualquier otra constitución en el mundo, entre ellos, el derecho a la vivienda, la educación, el aire limpio, el agua, la alimentación, la salud, el acceso a internet, las prestaciones de jubilación, la asesoría legal gratuita y los cuidados “desde el nacimiento hasta la muerte”.

Chile, uno de los países más conservadores de la región, con sus 19 millones de habitantes, no podría haber tolerado ese cambio y, tal vez, haya sido una suerte para el gobierno de Boric que se haya abierto una instancia para redactar una carta magna más viable, menos parecida al ideal de los luchadores de octubre, más parecida a su fisonomía política real – después de todo eso es lo que consagra una Constitución – y lo más alejada posible de la actual herencia pinochetista.

Boric lo sabe y en esa inteligencia va por el camino correcto. Esperemos que sea acompañado por el bien de la salud democrática del país hermano.

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