sábado 21 de diciembre de 2024
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De la furia y el caos a la paz social

A pocos meses de las PASO, no hay un mensaje claro de la oposición sobre cómo se saldrá de este abismo en puertas. La puja por el liderazgo de Juntos por el Cambio poco ayuda a achicar la angustia que provoca en la sociedad el anunciado estallido económico y social. La metáfora de la dinamita no contribuye a calmar los ánimos.

Lograr una transformación de las estructuras que nos condenaron a la descomposición económica y social será una empresa dolorosa y no podrá llevarse a cabo sin un consenso generalizado que la avale. Enhebrarlo es la tarea de una dirigencia política responsable, que con generosidad y paciencia enfrente el desafío.

La convergencia hacia la sensatez de un arco político que reconoce la imperiosa necesidad de transformar las estructuras del atraso es la esperanza de que estos comicios abran la puerta al futuro.

Se dirá que esa convergencia no se avizora en un escenario de fuerzas políticas atravesadas por el viejo dilema de avanzar sin transar o negociar para consolidar políticas destinadas a durar más allá de los cambios de gobierno. El tiempo dirá.

Sin embargo, si las fuerzas de la oposición habrán de distinguirse del oficialismo, la búsqueda del consenso será su rasgo distintivo. La democracia lo requiere.

Habrá que gobernar con un Congreso variopinto. Habrá que convencer a la sociedad de que atravesaremos el valle de lágrimas, de que al final del túnel, la Argentina tendrá un porvenir de progreso.

Habrá que recuperar la credibilidad de la palabra con hechos que confirmen la voluntad de una dirigencia honesta y digna de emprender esta difícil travesía. Fenomenales desafíos. Y sin embargo, es posible lograrlo para que no se arrojen más piedras en nombre de un pueblo imaginario. Otros países lo hicieron. Estamos a tiempo. Finalmente, el mensaje de Sísifo consiste en su voluntad de continuar su tarea contra viento y marea.

Hoy importa más la intensidad de combustible que quien enciende la mecha. Algo explotó en la feroz golpiza al Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires propinada por camioneros que velaban a su compañero muerto. Indignados por promesas incumplidas, manifestaban su bronca desafiando a trompadas a un coloso de más de dos metros que había descendido de un helicóptero como Superman del cielo.

La vida no vale nada aquí, decía una entrevistada sobre el asesinato de un colectivero, de uno más. No podemos salir cuando anochece, tenemos miedo, agregaba. Miedo es el sentimiento dominante en La Matanza, distrito que alberga al corazón del peronismo. Los trabajadores que quedan, como los colectiveros, arriesgan su vida porque la penetración del narcotráfico y la miseria acechan.

Las abultadas partidas destinadas a seguridad se esfumaron, nadie sabe adónde fueron a parar. Los que se quedaron a la intemperie-sin seguridad, sin educación, condenados a la pobreza porque no pueden dejar de ser pobres, asoman sus rostros indignados, fatigados por la desgracia. La Matanza condensa la descomposición política y social que atravesamos. Allí, el peronismo en su versión kirchnerista, lo hizo.

En el vacío que deja una dirigencia que gestiona sin transparencia cuantiosos recursos y no da respuesta a las demandas básicas de sus gobernados, crece el discurso antipolítica.

Con una inflación que se acelera por el creciente endeudamiento para hacer frente al déficit fiscal y sobre todo al año electoral en curso, se ahonda el empobrecimiento de una sociedad que desde hace una década no crece. Y en el humor social anida la desesperanza y la bronca. Esos sentimientos guían la búsqueda de un liderazgo que prometa sacarnos del pantano en el que estamos.

Y así llega Javier Milei proponiendo dinamitar la Argentina del kirchnerismo; liquidar el Estado sobredimensionado de la sociedad construida por el matrimonio presidencial en el contexto del viento de cola de la década del 2000.

Aniquilar a la casta de los políticos que según él, son todos beneficiarios del privilegio. Y promete una sociedad donde todos puedan abrirse paso en la selva, como los leones que son su emblema. Un escenario hobbesiano del sálvese quien pueda.

Mientras tanto, funcionarios del Gobierno anuncian un escenario de caos si triunfa la oposición en las próximas elecciones. La consigna es que cunda el miedo para postergar la gran transformación que resisten desde sus bastiones, pero que saben que es inevitable porque así, no va más.

Un Estado quebrado, sin moneda y sin inversión porque no hay confianza, es un Estado fallido. Un Estado sobredimensionado del que se benefician lo que queda de la aristocracia obrera, las industrias protegidas, los restos de la Patria Contratista, las empresas estatales deficitarias, los gestores de la pobreza… Acaso será una hiperinflación en puertas lo que de autoridad a transformaciones dolorosas , como ha ocurrido en 1989.

Acaso se habrá de generar el consenso para desmantelar las estructuras que mantienen esta versión kirchnerista del peronismo, como ha ocurrido con la sociedad peronista gestada en 1945 cuyo final, arrasada por la hiperinflación, describió Tulio Halperín Donghi. Acaso Juntos por el Cambio podrá contener y encauzar la bronca hacia una transformación que nos aleje de la anunciada guerra de todos contra todos.

Publicado en Clarín el 20 de abril de 2023.

Link https://www.clarin.com/opinion/furia-caos-paz-social_0_29nwpqxon4.html

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