jueves 25 de abril de 2024
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Biden: Un discurso en la tormenta

El presidente estadounidense dio su primer discurso anual sobre el estado de la Unión. En poco más de una hora habló de la guerra ruso-ucraniana, la economía del país, la lucha contra el Covid 19 y la legislación de control de armas. No mencionó a Trump ni el asalto al Capitolio.

Los EE.UU. navegan por las aguas procelosas del cambio de orden mundial y no lo hacen con un navío en buen estado. Las profundas divisiones entre globalistas (demócratas) y nacionalistas (no todos los republicanos) han tensionado la arena política como nunca antes en la historia, de tal manera que hasta cuesta sostener una postura común hacia el exterior. El pedido de Biden para la aprobación de la Ley John Lewis que elimina las barreras electorales es un clamor por reconstituir el tejido dañado de la democracia de su país.

A la salida de la pandemia y con una macroeconomía endeble, el presidente estadounidense, flanqueado por Kamala Harris y Nancy Pelossi, saludó que luego de dos años pudieran reunirse en la Cámara para dar su discurso.

Biden inició atacando al presidente ruso, Vladimir Putin – “no tiene idea de lo que se le viene”-, defendiendo a Ucrania y convocando al mundo a unírsele en la aplicación de sanciones económicas a Moscú sobre las que se explayó en grande.

Hubo poca mención de China – el verdadero rival en el diseño de un nuevo orden emergente – sobre la que dijo: “Le he dicho a Xi Jinping que nunca ha sido una buena idea apostar contra el pueblo estadounidense”. Tampoco mencionó la retirada de Estados Unidos de Afganistán – aunque mencionó a los veteranos-, un tema sobre el que muchos republicanos siguen criticándolo. “Una omisión absolutamente irritante por parte de Biden. Seis meses después de la catastrófica retirada, ningún reconocimiento de la guerra más larga de nuestra nación.”, dijo el diputado por Michigan, Peter Meijer después del acto.

Biden habló sobre sus proyectos de infraestructura atascados en el Congreso y saludó al CEO de Intel, Patrick Gelsinger, quien está dispuesto a invertir 100.000 millones de dólares cuando su legislación sea promulgada y al sindicalista del acero Jeff Burguess, ambos presentes en el recinto, aunando capital y trabajo. Y, aunque criticó los recortes de impuestos de la gestión anterior su discurso económico viró hacia la importancia de “reducir costos -no los salarios- y reducir el déficit”. También dijo que el sistema de impuestos debería ser “arreglado” para que sea más progresivo, mencionando que el año pasado 55 corporaciones ganaron 40.000 millones de dólares y pagaron 0 por ciento de impuestos federales. Para ellas propone una tasa del 15 por ciento, ante el júbilo de la senadora por Massachusetts, Elizabeth Warren. Además, abogó por la competencia: “el capitalismo sin competencia es explotación”, afirmó.

Las nuevas sanciones económicas contra Rusia generarán un descalabro tal que los EE.UU. se preparan para recibir un cimbronazo propio de una nueva interrupción de las cadenas de suministro y de pagos, el aumento de los combustibles y de los alimentos, puesto que Ucrania es el “granero de Europa” y hoy está bajo fuego.

Su mega plan de 1,7 billones de dólares tendrá que esperar y, mientras tanto, negociará con Nicolás Maduro – muy servicial en sus primeras declaraciones – la compra del petróleo ruso que Biden acaba de vedar para los EE.UU., además de echar mano a la reserva petrolera estratégica.

En el recinto, los republicanos se abstuvieron de aplaudir los anuncios, o de replicar algunas chicanas como la referida al uso de tapabocas. Pero, afortunadamente, no gritaron, ni insultaron, ni se levantaron de sus bancas para abandonar el evento institucional más importante del año legislativo.

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