De improviso, las turbulentas aguas sobre las que discurren las sangrientas relaciones dentro de los mercados ilícitos mexicanos, especialmente el de la droga y más concretamente el fentanilo, se han vuelto más turbulentas. Eso sí, aún no se sabe exactamente en qué dirección, ni con que consecuencias futuras, tanto a medio como a largo plazo, y ni siquiera cuál será su alcance geográfico.
La noticia que ha saltado a los medios es la de la alianza entre Los Chapitos, una facción de del Cartel de Sinaloa, y el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Los Chapitos, así llamados por estar dirigidos por los hijos del Chapo Guzmán, están violentamente enfrentados con los Mayos, los seguidores del Mayo Zambada, hasta no hace mucho el número dos del Cartel de Sinaloa y que fue traicionado y entregado a Estados Unidos por uno de los vástagos del Chapo. Al mismo tiempo se mantiene el enfrentamiento tradicional con el CJNG. Por supuesto que la lucha entre carteles, entre estos, pero también con cualquier otro, es sangrienta, se cobra cuantiosas pérdidas humanas y materiales, y afecta de un modo directo al conjunto social que los rodea.
Los motivos de esta alianza han sido objeto de análisis y especulaciones entre la prensa y los especialistas, pero el criterio que suele primar para explicarla gira en torno a la violencia y a la correlación de fuerzas entre las bandas. De modo que una razón decisiva para inclinar las opciones en favor de la alianza habrían sido las presiones de Trump sobre el gobierno mexicano para tomar más en serio el combate contra la droga. O, como consecuencia de lo anterior, que la presidenta Claudia Sheinbaum y su secretario de Seguridad Omar García Harfuch hayan desplegado cerca de 10.000 efectivos en el estado de Sinaloa para derrotar a los carteles. Tampoco se pueden olvidar las luchas por el control del territorio, las rutas de distribución y los mercados, que junto a la represión militar y policial y los decomisos están causando un gran número de víctimas, destrozos y abundantes pérdidas económicas en los carteles.
Así, la creciente debilidad de los Chapitos los habría llevado a buscar primero el auxilio del CJNG y posteriormente plantear una alianza con ellos. Obviamente que todas estas cuestiones han influido de forma decisiva en el proceso de toma de decisiones de los capos, en un proceso mucho más racional y menos visceral de lo que parece a simple vista. Sin embargo, no se puede olvidar que el mercado mexicano de la droga mueve billones de dólares y afecta no solo la salud pública de Estados Unidos, su vecino del norte, sino que tiene ramificaciones importantes en buena parte del planeta.
El narcotráfico, la actividad vinculada a otros mercados ilegales (como armas, personas y órganos, minerales, madera y otras materias primas), y la protección y extorsión han alcanzado unos niveles de transnacionalización desconocidos en el pasado. Los carteles latinoamericanos (mexicanos, brasileños, colombianos) interactúan cada vez más no solo entre si sino también con otros de origen europeo (albaneses, italianos, rusos) e incluso asiáticos en un mercado cada más globalizado, que no conoce ni fronteras ni aranceles.
Dada la dimensión del negocio no habría que perder de vista que para poder competir eficazmente el tamaño importa. Esto lleva a incluir forzosamente en el análisis la dimensión económica y empresarial, lo que implica dejar de lado símiles o comparaciones futbolísticas, que incluyen a Leo Messi, por ejemplo, y que poco aportan a entender con claridad lo que ocurre.
Aún no sabemos si la alianza entre los Chapitos y el CJNG es una fusión, una adquisición o una absorción, pero está claro que no solo proporcionará mayor poder de fuego y control territorial a la organización resultante, sino también un gran margen de maniobra económico y financiero, base esencial para futuros negocios y nuevos planes de expansión. Sea como sea, esta alianza tendrá múltiples consecuencias, comenzando por México y América Latina, pero que luego se extenderán más allá.
A nadie se le escapa que cada vez hay más gerentes, banqueros y todo tipo de profesionales al servicio de los carteles. De ahí que sea posible concluir que decisiones como la que se ha tomado de hacer converger a dos estructuras delictivas respondan más a la lógica económica, empresarial y financiera que a la de la sola violencia. Y de ser así, la pregunta que deberíamos hacernos es cómo todo esto influirá en el futuro del gran negocio del narcotráfico y en la seguridad y estabilidad de nuestras sociedades.
Uno de los motivos por los cuales ha sido imposible, hasta ahora, derrotar a los carteles y erradicar el narcotráfico es porque los malos suelen ir siempre, insisto en lo de siempre, uno o dos pasos por delante de las fuerzas de seguridad y de los gobiernos. Por tanto, no se trata de buscar atajos al margen de la ley, que solo reforzarían a los criminales, sino de aumentar la colaboración y la cooperación internacional. En estos tiempos de zozobra e incertidumbre, el multilateralismo es una vía para encontrar la solución.
Publicado en El Periódico de España el 3 de julio de 2025.
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