La Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas entregó el Premio 2024 a Jesús Rodríguez y Alejandro Garvie por su ensayo La huella democrática, una reflexión sobre el legado institucional del gobierno de Raúl Alfonsín. La ceremonia se realizó en la sede de la institución, con la apertura de su presidente, Rosendo Fraga, y los comentarios del jurista Martín Farrell, integrante del jurado.
Entre los presentes estuvieron los académicos José Horacio Jaunarena, Natalio Botana e Inés Mónica Weinberg de Roca, además de figuras de la política y la cultura como Pablo Gerchunoff, Ernesto Sanz, Facundo Suárez Lastra, Marcelo Stubrin, Walter Ceballos, Francisco de Santibañes y el periodista José Ignacio López.
El legado de Alfonsín es la democracia
Martín Farrell abrió su intervención destacando la calidad de todos los trabajos presentados y el mérito adicional del ensayo premiado: “Fue un gusto trabajar intensamente para otorgar este premio porque los trabajos presentados tenían calidad y excelencia, lo cual distingue todavía más a los premiados.”
Martín Farrell destacó la centralidad de la presidencia de Alfonsín en estos 40 años de vida democrática: “Alfonsín encaró el Juicio a las Juntas como un imperativo ético, no electoral. Estos 40 años de democracia se deben a que se internalizó ese principio.”
Y agregó: “En política exterior logró la paz con Chile mediante el plebiscito por el canal de Beagle y promovió el acuerdo nuclear con Brasil. El gran legado de Alfonsín es la democracia, la que disfrutamos al expresarnos, al debatir en el Parlamento y al votar.”
Condensar ese período en 100 páginas no fue sencillo
Al tomar la palabra, Alejandro Garvie agradeció el premio y recordó la importancia de las instituciones en su formación personal: “Las instituciones son el resultado de siglos de historia: la Constitución, la educación pública, la seguridad social. Mi formación es fruto de ellas. Estudié en escuelas públicas y en la UBA, y hoy esta Academia también forma parte de ese andamiaje institucional.”
Contó además cómo nació el proyecto junto a Jesús Rodríguez: “Apenas Jesús me propuso este proyecto tuve dos certezas: que sería un trabajo emocionante y que íbamos a ganar, porque combinábamos conocimiento profesional y testimonial, amistad y diferencias enriquecedoras.” En su intervención dejó una pregunta abierta: “El interrogante que más me inquieta es por qué en estos 40 años no logramos un modelo de crecimiento sostenible. Nuestro objetivo fue transmitir el legado del período 1983-1989 y analizar su contexto histórico. Condensarlo en 100 páginas no fue sencillo, pero lo intentamos.”
Sobre el título del ensayo, explicó: “La huella democrática refleja que no seguimos un camino ya marcado, sino que debemos trazarlo con coherencia, guiados por las esperanzas de 1983: convivencia, racionalidad, libertad, igualdad de oportunidades y solidaridad.”
No somos neutrales
Jesús Rodríguez arrancó su exposición con una aclaración: “Nuestro esfuerzo estuvo destinado a presentar un material preciso y documentado sin pretender imparcialidad. No somos neutrales. Creemos que el sistema político debe asentarse en un trípode: legitimidad democrática, garantías liberales y equilibrio republicano.”
Rodríguez remarcó que la transición argentina tuvo un carácter único en la región:
“Fue por ruptura, sin negociación con la dictadura. Eso explica tanto los juicios por delitos de Estado como las dificultades económicas. El juicio a las Juntas fue posible gracias a decisiones inmediatas de Alfonsín: decretos, nulidad de la amnistía y creación de la CONADEP.”
Se detuvo en una precisión clave: “Se la llama de manera equivocada ley de pacificación nacional o ley de autoamnistía, pero no fue ni pacificación ni autoamnistía. Fue una lisa y llana ley de amnistía, por la cual se liberaba de la persecución penal tanto a los actos de violencia política como a los crímenes de la represión ilegal. Esa norma fue declarada insanablemente nula por el Congreso, lo que permitió dar el segundo paso: modificar el Código de Justicia Militar y crear la CONADEP.”
Rodríguez subrayó el valor de esa decisión histórica: “La justicia evitó la venganza y fue antecedente de experiencias internacionales como la Comisión de la Verdad en Sudáfrica. Esa inédita y particular transición tuvo un rasgo decisivo: en la Argentina no hubo justicia por mano propia. Piensen en los episodios de la posguerra en Francia o en Italia, donde se persiguió a los colaboracionistas con ejecuciones o humillaciones públicas. Aquí no ocurrió nada de eso, entre otras cosas, creo yo, por la existencia de una justicia basada en fundamentos morales, como recordaba el doctor Farrell.”
Y concluyó con una advertencia actual:
“En la Argentina faltaron acuerdos políticos sustantivos. Hubo excepciones: la unidad frente al levantamiento de Semana Santa y acuerdos bipartidarios en 1987. La incertidumbre política produce consecuencias económicas más nocivas y más perdurables que los propios errores de política económica.
Aun así, Alfonsín logró el primer traspaso democrático entre partidos en la historia moderna argentina. Ese es el rasgo distintivo del período: inauguró la etapa democrática más larga de nuestra historia, aunque todavía no logremos consolidar un modelo productivo sostenible.
Se puede ver la premiación completa en este enlace https://youtu.be/4ij9GM-4YvA?si=qOUFCDSR-SYBmfm7