En una reciente entrevista, el secretario de Energía marcó la pauta de la política de subsidios y tarifas para el año 2022. Afirmo que las tarifas aumentarán por debajo de los salarios, y por debajo de la inflación, lo mismo que en el año 2021, pero el presupuesto que mandó el propio gobierno al congreso dice algo distinto.
El presupuesto incluye una fuerte reducción de subsidios que se explica de una sola manera, aumenta sustancialmente el precio de la energía que pagamos en nuestras facturas, y si ese aumento lo trasladamos a nuestra factura final, la factura eléctrica aumentará 70%, y la del gas 60%, pero eso se dará sólo si se cumplen las pautas del presupuesto, que tienen una inflación del 33% y un tipo de cambio para finales del 2022 en 131 pesos.
Las expectativas del mercado son distintas, y ven para el 2022 una inflación más cercana al 50%, y un tipo de cambio en el orden de los 155 pesos. Si eso se cumple, la factura eléctrica deberá un 90% y la factura del gas un 70%, algo de difícil cumplimiento viendo la experiencia reciente. Si efectivamente las tarifas no aumentan, los desequilibrios se profundizarán, la factura de los subsidios energéticos aumentará, y eso se transformará en un obstáculo de primera magnitud, en cualquier negociación con el fondo.
Además, nada se dice del aumento de los cargos de transporte y distribución, que se mantienen prácticamente congelados hace dos años. Las empresas de servicios, enfrentan ingresos fijos, con costos que crecen con la inflación, eso quita margen para la inversión, la calidad del servicio tiende a empeorar, y además se generan pasivos por venta de energía que se cubrirán con más subsidios. En síntesis, el relato de las tarifas en el marco de la campaña electoral va para un lado, sin embargo, el presupuesto presentado por el gobierno en el congreso, tiene una dirección totalmente opuesta.
