La directora de la consultora Eco Go analiza el panorama económico en medio de la incertidumbre política del año electoral y los desafíos para un 2020 en el que no avisora margen para medidas populistas.
En abril se dio a conocer la tasa de 3,4% de inflación y el titular del Banco Central dijo que las fuerzas económicas estaban yendo en el sentido de bajar la inflación. ¿Coincidís?
El programa con el Fondo Monetario de octubre te alejó del precipicio. Estabas al borde de entrar en una espiral dólar-precios-salarios en un contexto donde las preguntas sobre la capacidad de pago de la deuda argentina se aceleraban. La inflación de septiembre y de octubre estuvo en la zona del 6,5% mensual, pero la magnitud del paquete, el programa tan contundente fiscal y monetario, el déficit cero y la cantidad de dinero creciendo cero, con ese esquema de flotación entre bandas, te alejó del precipicio. A su vez, te metió en una dinámica complicada. Se supone que con un programa monetario tan rígido, la inflación debe desacelerarse. Pero cuando el tipo de cambio saltó de $30 a $40 tuviste un choque de trenes: por un lado tenías un Banco Central que te decía que si subías los precios ibas a quebrar; por otro lado un gobierno que decía que habría una recesión corta y que el salario le iba a ganar a la inflación. Las empresas ajustaron los precios mirando la señal de la política y no mirando la señal del Banco Central y esa fue la dinámica que tuviste mientras el dólar se mantuvo quieto, bajando. Arrancó en $42, llegó a la zona de $37. Eso te moderó la inflación y en ese momento lo que tuviste fue el gobierno yendo directamente al Fondo Monetario pidiendo dejar de flotar. Primero lo autorizaron a vender dólares del Tesoro, después pusieron un techo a la banda y después directamente lo dejaron intervenir. Eso de alguna forma te contuvo el tipo de cambio, que se mantuvo en la zona de $46. La principal pregunta es si la recesión no rompe la lógica de la política monetaria antes. Por ahora lo que tenés es un mes de abril en que la inflación pasó de 4,7 a 3,4% y un mes de mayo donde parece que vuelve a mantenerse en estos niveles. La inflación desacelera pero el nivel sigue siendo muy alto y tu estrategia es anclar el dólar con una tasa de interés en infinito y una promesa de que si vendes dólares retiras el equivalente en pesos, con lo cual la tasa de interés sigue subiendo.
¿Cómo corregís eso?
Es que no lo corregís en un contexto donde la incertidumbre política escala. El segundo programa con el Fondo era más consistente que el primero en términos económicos, era más consistente entre la política fiscal, la monetaria y la financiera. El primero era totalmente inconsistente y en el arranque del esquema de política económica, la inconsistencia entre la política fiscal y la monetaria fue el eje de los problemas.
¿Qué se hizo mal?
Se trataba de un esquema de flotación cambiaria que solamente iba a funcionar bien si generabas confianza, si te ibas al piso de la banda y podías moderar la restricción monetaria comprando dólares, expandiendo a pesos, pero no era consistente con la política, o sea, el ajuste que tenías detrás era muy fuerte; no era una recesión de cinco meses como dijo el Presidente el primer día. Era mucho más contractivo. Pero aparte era mucho menos consistente en un año electoral y con una estrategia política del Gobierno de competir contra lo que el propio Gobierno califica como “el abismo”.
Si competís contra el abismo y las probabilidades del abismo no son cero, lo que tienes es una toma de ganancias que te termina alejando del equilibrio óptimo, y es donde estamos metidos ahora.
¿La toma de ganancias por parte del mercado tiene que ver con la percepción de ese “abismo” (el regreso del kirchnersimo presumiblemente) o con el descontrol de la economía actual, más allá de los candidatos?
Un poco de las dos cosas. Los mercados de golpe compran un argumento y de golpe lo dejan de comprar. Son volátiles por definición. Buscan la renta y cuando no la ven, se van. En 2017, el mercado te pedía una sola agenda: la gobernabilidad. Se percibía que para logar la gobernabilidad el oficialismo tenía que ganar la elección de medio término en la que competía Bullrich contra Cristina. Para alcanzar eso, el Gobierno impulsó la macroeconomía de corto plazo y duplicó el desequilibrio de las cuentas externas, o sea, costó caro. Pero el mercado lo festejó, al mercado no le importó que tuvieras un déficit de cuenta corriente de 30 mil millones de dólares del cual una tercera parte era financiado con movimientos especulativos de corto plazo, es decir, dólares que entraban para comprar LEBAC. Eso funcionó. En octubre del año pasado Macri era Gardel, la Argentina era Disneylandia y la duda de si Cambiemos era un gobierno de transición entre dos populismos -que era lo que de alguna forma te generó una toma de ganancias entre julio y agosto de 2017- se había dispersado.
Después del triunfo electoral de medio término, ¿por qué empeoraron las cosas?
A fin de 2017 empiezan las correciones, con la reforma previsional en el Congreso primero y luego con el cambio en las metas de inflación (que estaban mal pero la forma en que se las cambió dejó a la Argentina sin ancla). A su vez, hay una toma de ganancias sobre países emergentes. Los precios relativos de la Argentina mejoran, el atraso cambiario se mejora, la Argentina se vuelve barata, el salario en dólares cae, o sea, la macroeconomía mejora. Ahora, la contracara del ajuste es una caída violenta en los niveles de consumo y una caída adicional en la demanda de pesos. Es decir, los pasivos remunerados del Banco Central se licuaron pero en simultáneo los argentinos, para quedarse en pesos, te piden una tasa interés cada vez más alta. Esta tasa de interés cada vez más alta no es consistente con la normalización de la economía. El principal problema no está resuelto porque, como contracara de la distribución del ingreso que te dejó el kirchnerismo, tenés precios relativos que no están del todo ordenados (el gobierno actual intentó corregirlos y quedó a mitad de camino) y tenés, fundamentalmente, un gran tamaño del Estado, en un contexto de federalismo fiscal, que es complejo. El kirchnerismo llevó el gasto público de un promedio histórico de 25 puntos del producto a 41. Hoy estás en la zona de 37, o sea, estás ajustando pero todavía estás 12 o 13 puntos arriba del promedio histórico. Las definiciones que tenés que tomar están de alguna medida cruzadas contra los problemas del federalismo fiscal donde, a diferencia de lo que fue el gobierno en los primeros años del kirchnerismo, con las provincias endeudadas con la Nación y un Gobierno Nacional que tenía la caja y de alguna forma lograba pasar por el Congreso las leyes que necesitaba…
El gobierno actual hizo una transferencia de recursos hacia las provincias…
No solo eso sino que licuaste la deuda. Hoy tenés provincias con recursos, tenés una Nación que no tiene recursos, pero que además se quedó con los jubilados. Ese gasto previsional, que además duplicó el número de jubilados y que además está indexado al pasado, te genera un problema: cómo bajar la inflación sin romper la indexación. Cómo hacer esa corrección fiscal es un problema para el 2020. El desfinanciamiento en gran medida fue producto de una definición de la Corte Suprema de Justicia que le devolvió a las provincias y a los jubilados -con los casos Badaro y Elliff- los fondos que ya se había gastado el país en duplicar el número de jubilados con la moratoria previsional.
¿El financiamiento del sistema previsional va a ser el problema crucial para el próximo gobierno?
Yo creo que sí, si no resolvés eso no vas a poder resolver el resto.
Las cuentas de las provincias cierran bien en este momento pero el Estado Nacional no tiene caja y se financia con deuda. El año que viene se acaba esa plata, ¿y después?
Por eso, lo que tenés es una de una dinámica de cómo corregir el desequilibrio fiscal. La principal pregunta es cómo volvés a los mercados. En 2017 te financiaban cualquier cosa, solamente te pedían la agenda de la gobernabilidad. Hoy te están pidiendo dos agendas: te piden la gobernabilidad, que ganes la elección, y te piden el ajuste, lo cual es muy complejo.
¿Cómo proyectan desde la consultora los escenarios de acuerdo a si gana uno u otro de los candidatos? ¿Imaginan sendas económicas muy diferentes?
Cualquiera que gane va a tener que manejarse dentro de un acuerdo con el Fondo Monetario. Lugar para el populismo agradable, no hay. El populismo sin dólares se torna desagradable y eso lleva a un escenario donde la economía va a primar sobre la política, o sea, la restricción presupuestaria va a primar y eso te lleva a avanzar en correcciones. La pregunta es cómo hacés estas correcciones con el conflicto distributivo en el medio de todo. El conflicto distributivo tiene que ver con el salario y la ganancia, con el sector público y el privado (con la presión impositiva), con la Nación, las provincias y la provincia de Buenos Aires, y también con los conflictos intrasector, con la discusión sobre cómo son los precios relativos de la economía.
Es decir, que lo más importante que habría que ver en los candidatos es su capacidad de acuerdo.
Todo el mundo está de acuerdo con que hay que ajustar, pero que ajuste el otro. Esa es la disyuntiva. Así terminás en equilibrios inestables, que es dónde estamos hoy. Igualmente, más que qué lo que va a pasar en 2020, me preocupa la dinámica de acá a 2020. Todos los gobiernos han intentado atrasar el tipo de cambio en la previa a una elección porque atrasar el tipo de cambio es lo que te permite en simultáneo impulsar el consumo y bajar la inflación.
¿Son demasiado frecuentes las elecciones?
Son demasiado frecuentes las elecciones y la nominalidad argentina es muy alta porque no tenés moneda, o sea, te vas para atrás.
Eso, el peso no es una moneda…
El peso no cumple las tres funciones de la moneda, digamos, es unidad de cuenta pero no funciona como reserva de valor y sí funciona como medio de cambio, aunque no en todos los mercados, por ejemplo, en el inmobiliario no es medio de cambio.
¿Crees que uno de los acuerdos a impulsar sería el de la creación de una moneda?
Creo que ese es uno de los acuerdos básicos. El punto es cómo empezás a crear una moneda. Para empezar, requerís primero remunerar el ahorro en pesos por encima de la inflación consistentemente durante varios años. Cuando la inflación es tan alta, eso se logra con tasas de interés nominales muy altas. Y las tasas de interés nominales muy altas en un contexto de libre movilidad de capitales, te genera ingreso de dólares que te atrasa el tipo de cambio. Los países vecinos lo han resuelto. Sacando Chile, que lo resolvió antes, el resto aprovechó la última década, durante los 2000, donde tuviste un dólar que se debilitaba en el mundo y te permitió construir la moneda. En ese momento todavía la discusión era cómo hacer para que el tipo de cambio no se atrase y entonces pusieron controles de capitales. Pero aparte de poner controles de capitales, había superávit fiscal que permitía en todo caso al Tesoro esterilizar los pesos que te entraban por la cuenta corriente. El problema es que después perdiste el superávit fiscal y entraste en déficit. Entonces, construir una moneda con déficit fiscal es un problema adicional.
Los problemas son múltiples y se retroalimentan, y además se ven afectados por la relación entre política, economía y elecciones. Si tuvieras que definir un lugar para empezar a entrar a la solución a estos problemas, ¿por dónde sería?
Era más fácil en los 2000, cuando tenías superávit externo y fiscal y te entraban dólares. Todavía tenías chances de tratar de avanzar a principios de la gestión actual, cuando si bien tenías un montón de distorsiones, tenías la capacidad de endeudarte. Hoy la verdad es que no tenés mucho margen de fuga hacia adelante: o corregís o te van a corregir de prepo. Ahora, la corrección de prepo como la que estás teniendo como contracara del corte al crédito, no te resuelve la situación fiscal porque tenés un grado de indexación de la economía que hace que el gasto crezca por encima de los recursos sistemáticamente a menos que la inflación escale. Con lo cual en algún momento vas a necesitar consistencia fiscal y monetaria; en algún momento vas a requerir a acuerdos dentro de la economía que te permitan desindexar los contratos. Sin un esquema de acuerdo de precios y salarios amplio, que implique fundamentalmente el esquema previsional, para lo cual requerís a los gobernadores, al Congreso y a la Corte Suprema, es difícil pensar que solamente con política monetaria consistente puedas llegar a buen puerto.