Autor: Alejandro Garvie
En los EE.UU. se distribuyen cientos de miles de tabloides por día. Algunos, denominados commuter tabloids, como “Metro”, se reparten en los medios de transporte para que la gente lea mientras va o viene del trabajo. Otros se venden y distribuyen en las líneas de caja de los supermercados: los supermarket tabloids. Los primeros son diarios, mientras que los segundos son de edición semanal. Su denominador común es el sensacionalismo.
Los supermarket tabloids son los más sensacionalistas, pero no se dedican solo a anunciar embarazos, chismes y romances, también intervienen en la política. Tanto “The National Enquirer”, como “The Globe” incursionan en este tema.
Es conocido que Hillary Clinton contó con el apoyo del 90 por ciento de los medios masivos de comunicación, las grandes corporaciones mediáticas jugaron para su candidatura. Lo interesante es que del 10 por ciento que apoyó al magnate vencedor está compuesto, en parte, por estos tabloides que hicieron campaña por él desde el año 2015.
Así a los mencionados se suma un batallón de publicaciones que captan la atención de los que hacen la fila esperando pagar y aunque no lean su contenido no pueden escapar al influjo sus tapas con fotos trucadas y titulares escandalosos (Ver imagen).
Casi todos son propiedad de American Media. A los mencionados se les suma: National Examiner, ¡Mira!, Sun, Radar y Weekly World News.
El Enquirer optó por Trump desde febrero de 2015, mucho antes de que su candidatura fuese visible. Al mismo tiempo que daba por condenada al fracaso la carrera de Hillary Clinton. En la interna republicana llegó a titular que el padre de Ted Cruz – su rival – estaba vinculado al asesinato de JFK.
Si bien los tabloides influyeron con la publicación de escándalos en la vida política norteamericana, esta es la primera vez que se meten con la campaña presidencial como tema. En 2016, el Enquirer le dedicó 20 portadas al asunto, siempre apoyando a Trump y defenestrando a Clinton a quien retrató como enferma, achacada de esclerosis múltiple, loca, mentirosa, corrupta chantajista, cerca de morir y de apoyar al ISIS.
Este giro editorial tiene una explicación. David Pecker, el CEO de American Media, es amigo de Trump. A fines de los ’90, Pecker dirigió “Trump Style”, una revista para invitados a las propiedades de Trump. Pecker reconoce que tiene una relación personal con el ahora presidente de los Estados Unidos.
Los tabloides, en su conjunto, no gravitan con peso en el mercado mediático. El “National Enquirer” tiene un circulación semanal de 342.071 ejemplares, muy lejos de los casi 6 millones que tiraba en la década de los ’70. Así y todo, con 37.000 supermercados en toda la nación, con un promedio de 10 cajas por local y con una visita de 1,5 veces por semana por ama de casa, es innegable que algún efecto han causado. Además, hay que reconocer la fuerte influencia cultural en la vida norteamericana de este tipo de publicación.
Ahora los tabloides están yendo hacia el formato web y como aplicaciones de smartphones, sin embargo, seguirán colgados de los escaparates previos a las cajas registradoras de los supermercados –como se hace con algunos productos–, para seguir influenciando en la política de la América Profunda. Han declarado y nadie puede refutarlos: “Hemos ganado a los analistas y a encuestadores”. Es una paradoja que los especialistas en chismes y falacias se hayan erigido en campeones de la verdad.