jueves 18 de abril de 2024
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Guerra y paz: 1978 y 1984

A casi un año de ganar las elecciones a la presidencia de la nación, Raúl Alfonsín propuso a los argentinos que decidieran en un referéndum no vinculante la firma o no de un tratado de Paz y Amistad Perpetua con Chile que resolvía la disputa por los derechos territoriales en el canal del Beagle y la soberanía sobre las islas Lennox, Picton y Nueva.

En 1984 la democracia era una rareza en el Sudamérica. En Chile, Augusto Pinochet continuaría su dictadura hasta 1990 y manejaría la transición hasta su muerte. Fue en ese contexto que la UCR llamó a la participación del pueblo en un referéndum sin precedentes para resolver un conflicto que en 1978 estuvo a punto de convertirse en una guerra, que se evitó con la mediación del Papa Juan Pablo II quien fuera representado por el Cardenal Antonio Samoré.

Un peronismo derrotado y en transformación que todavía no se había repuesto de la derrota de diciembre de 1983 hizo – en general – un pronunciamiento por la abstención. Los extremos de ese movimiento eran Carlos Menem – y algunos dirigentes que serían “la renovación” – que estaba de acuerdo con el tratado y Herminio Iglesias que estaba a favor del “no”. Los militares presos por delitos de lesa humanidad, como Ramón Camps, estaban a favor del “no”, junto con buena parte de militares activos. La UCR bogó abiertamente por el “sí”, tal como quedó reflejado en un recordado debate televisivo entre el senador peronista catamarqueño Vicente Leónidas Saadi y el canciller Dante Caputo, recientemente fallecido.

Más de 13,5 millones de argentinos, el 73 por ciento de los habilitados para votar, respondieron a la convocatoria para decidir si se aceptaba o no el acuerdo propuesto por el Vaticano a Chile y Argentina. El 77 por ciento se inclinó por el “sí”, el 21 por ciento lo hizo por el “no”, por lo que puede considerarse fracasada la propuesta peronista de abstención militante.

Como nota de color, recordamos que Nilda Garré denunció fraude al término de la votación. Asesora de Saadi en el debate –luego ministra de defensa de Cristina Kirchner–, militante de la corriente Intransigencia y Movilización, ubicada en la izquierda peronista, convocó a una conferencia de prensa en la que presentó dos documentos con los que dijo que había votado en lugares diferentes y las fotos que se hizo tomar en el momento de depositar los sobres cerrados en las urnas, como prueba de que la votación había sido fraudulenta.

De la elección en la que triunfó el “sí” surge que las provincias menos favorables al acuerdo fueron Mendoza y Tierra del Fuego –entonces Territorio Nacional– con el 67 y 50 por ciento, respectivamente, tal vez por su cercanía con la región en disputa. Y las dos provincias con mayor porcentaje de votos por la aprobación fueron La Pampa y Catamarca –curiosamente la tierra de Saadi– con el 95 y 96 por ciento.

Cuatro días después se firmó en Roma el Tratado que mantuvo en parte el principio bioceánico y la salvaguarda de los derechos argentinos sobre la Antártida, cediendo la soberanía de las islas, pero asegurando el camino de la concordia entre los pueblos,

Los ganadores de ese referéndum fueron Alfonsín y Juan Pablo II, quien en el marco de su proyecto de Iglesia de neocristiandad, logró legitimar la potencia internacionalista de su pontificado. Por su parte, Pinochet, asediado por una creciente resistencia interna, y aislado por la comunidad internacional, logró quedarse con las islas y salir airoso en el conflicto centenario, pero no pudo sacar rédito político, a la vez que clausuraba una alternativa belicista para continuar en el poder, asunto clave en la estrategia geopolítica democrática de la región. Además, en silencio, los políticos chilenos y argentinos comenzaron a tejer vínculos que terminarían por acorralar la dictadura trasandina y fortalecer la salida democrática en ese país.

 

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