viernes 19 de abril de 2024
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Justicia lenta, pero justicia al fin

En su último libro, Los pacientes del doctor García, Almudena Grandes, siguiendo su serie “Episodios de una guerra interminable”, amplía su foco de la guerra civil española al entramado  mundial en el que los nazis y sus cómplices se desplegaron. Gran pintura sobre la que parece haber surgido el ex guardia SS Jawik Palij, que a los 95 años, acaba de ser aceptado en Alemania para ser juzgado, luego de que los EE.UU. le retiraran la ciudadanía de donde residía desde 1949.

Palij está acusado de ser parte de la organización que obligó a los trabajos forzados y posterior asesinato de 6000 personas en el campo de Trawniki, abierto en septiembre de 1941 y “desactivado” a finales de 1943 con la monumental masacre que recibió el nombre de  operación “Erntefest” e incluyó los campos de Sobibor y de Treblinka. En total, unos 43.000 judíos fueron asesinados en esta operación, el mayor fusilamiento en masa de toda la Segunda Guerra Mundial.

Nacido en Polonia, llegó a los EE.UU. en 1949, como refugiado de guerra, tal vez protegido por el entramado que Almudena novela en su libro y que permitió que cientos de nazis “útiles” se hayan radicado en ese país. Recién en el año 2003, Eli M. Rosenbaum, director de un centro de investigaciones del Departamento de Justicia determinó que Palij había sido una “pieza esencial en la maquinaria de aniquilación en los campos de concentración”. Un juez federal le quitó la ciudadanía luego de comprobar que había mentido sobre su pasado en las SS.

Palij fue blanco de varias manifestaciones en su contra en Estados Unidos y en los últimos años las protestas fueron cada vez más frecuentes delante de su casa en el barrio de Queens, Nueva York. 

El fiscal estimó que Palij, como guardia del campo de concentración evitó que los prisioneros se escaparan y “contribuyó directamente a su masacre”, algo que él niega. El Estado norteamericano había intentado, sin éxito, deportarlo a Polonia, a Ucrania y a Alemania, hasta que esta semana fue trasladado a este último país donde aterrizó en Düsseldorf, para ser  trasladado a un geriátrico cerca de Münster. 

El ministro de Relaciones Exteriores alemán Heiko Maas declaró al Frankfurter Allgemeine Zeitung: “La obligación que deriva de nuestra historia implica la aceptación del pasado y un debate honesto sobre los crímenes del régimen de terror nazi (…) Nosotros asumimos la responsabilidad hacia las víctimas del nacionalsocialismo así como hacia nuestros socios internacionales”. Durante un reciente viaje a Polonia, el ministro calificó el antiguo campo de exterminio de Auschwitz como “el peor lugar del mundo”, y recordó la responsabilidad de los alemanes que lo crearon “no terminará nunca”.

Alemania juzgó y condenó estos últimos años a varios ex integrantes de las SS por su responsabilidad en asesinatos, entre ellos a John Demjanjuk, Reinhold Hanning y Hubert Zafke, lo cual demostró tanto la severidad de la justicia alemana como su reacción tardía. El caso anterior al de Palij fue el de Oskar Gröning, conocido como el “contable de Auschwitz”, que murió en marzo último a los 96 años de edad, justo antes de ser encarcelado.

Estos últimos sucesos le han valido a la justicia alemana duras críticas por el trato que ha dado a los crímenes durante el nazismo, y se la acusa de haber condenado demasiado poco y demasiado tarde.

Gröning fue condenado a cuatro años de prisión en 2015, en Lüneburg, gracias a un proceso judicial que marcó un parteaguas en el tratamiento que la justicia daba a los nazis. De hecho, Gröning había sido juzgado y sobreseído por falta de pruebas en la década del ochenta. La situación cambió cuando se estableció que los cómplices como él y no solo los altos cargos del régimen nazi o los ejecutores, también eran culpables del asesinato de seis millones de judíos.

Este cambio que considera que todos los integrantes de la maquinaria de muerte son responsables del asesinato sistemático y planificado de millones de personas, terminó con la doctrina jurídica que había impedido que salvo un puñado de excepciones, los 6500 miembros de las SS de Auschwitz comparecieran ante la justicia.

El abogado francés Serge Klarsfeld, muy activo en el caso Gröning, que ha dedicado su vida a perseguir a los nazis prófugos, dijo que le avergonzaba lo tarde que llegaba la justicia. Gröning, murió antes de ir a la cárcel y probablemente ocurra lo mismo con Palij. No obstante, el horror nazi vuelve a la luz cada vez que se captura a un responsable o se señala a algún nuevo cultor de la muerte que intenta “reivindicar” la locura mesiánica del Führer.

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