El exsenador santafesino y exdecano de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la UNR y actual diputado provincial en Santa Fe por el bloque Igualdad y Participación, acaba de publicar en Eudeba La revolución de las conciencias. A cien años de la Reforma Universitaria, un libro donde no solo recorre la historia de la Reforma Universitaria sino que también plantea los desafíos pendientes para el movimiento reformista y para el futuro de las universidades nacionales en nuestro país.
¿Qué vigencia tiene la Reforma Universitaria a 100 años de 1918?
La Reforma Universitaria tuvo una impronta democratizadora que cien años después no perdió vigencia. La participación estudiantil en el gobierno y la autonomía son la definición de partida del funcionamiento democrático de las universidades. Si bien el Programa de la Reforma tuvo reelaboraciones, debates y cambios, sus ideas originales, es decir, el cogobierno estudiantil, la docencia y asistencia libre, la libertad de cátedra, la autonomía universitaria, la extensión y la investigación siguen siendo la base desde la cual pensamos nuestras Universidades y el punto de partida hacia la Universidad del porvenir.
La agenda de los reformistas fue clara en relación a la libertad y la periodicidad de cátedra, la extensión universitaria, la investigación, etc. Sin embargo, al momento de la Reforma, la gratuidad de le enseñanza universitaria no fue una demanda tan clara por parte de los dirigentes, ¿a qué cree que se debe esto?
Los estudiantes no exigieron la gratuidad de la enseñanza con la misma fuerza que otras cuestiones, quizás porque quienes accedían a la Universidad eran los hijos de las familias tradicionales y de la nueva clase media que emergía con el desarrollo económico de la Argentina agroexportadora. Sin embargo, fue un reclamo que estuvo presente en las discusiones de la época. Si bien no se pudo concretar hasta 1949, cuando el presidente Juan D. Perón firmó el Decreto N° 29.337, el Proyecto de Ley Universitaria de los reformistas se pronunció por la gratuidad de la enseñanza superior. El ingreso irrestricto y la gratuidad, son dos principios fundamentales de la Universidad Pública argentina que no hubiesen podido plantearse sin la existencia de la Reforma.
¿Más allá de los periodos de dictaduras, cuáles son los momentos más oscuros para los principios reformistas en este siglo? ¿Y cuáles los más virtuosos?
Desde el golpe de 1930, salvo algunas excepciones de años brillantes —como los de la Universidad de Risieri Frondizi en Buenos Aires, creador de EUDEBA, y el fecundo proceso académico y de investigación que culminó en tres premios Nobel y que fue abortado la “noche de los bastones largos” al inicio de la dictadura de Onganía— las casas de estudio no pudieron recuperar su normalidad democrática hasta 1983. Luego de las dictaduras, el otro momento más oscuro fue la contrareforma neoliberal llevada adelante en democracia en la década del 90. La sanción de la Ley 24.521 del año 1995, dictada por el Congreso Nacional a espaldas de la comunidad universitaria y con fuerte resistencia estudiantil a través de masivas movilizaciones, abrió la puerta a la realización de convenios con sujetos privados nacionales e internacionales y el cobro de aranceles con el objetivo de quitar la responsabilidad del Estado en el financiamiento. Dicha Ley todavía hoy se halla vigente.
¿Qué futuro le depara a la Reforma?
La actividad universitaria debe ser crítica y autocrítica, debe estar en permanente renovación y debe rechazar cualquier dogmatismo. Esta visión de la Universidad se sostiene en el trípode inalterable de docencia, investigación y extensión. Sin embargo, el contenido de estos pilares cambia su esencia y significado con el transcurso de los tiempos. El rol de la enseñanza está cambiando el rol del docente, que ya no se reduce a dictar las clases, y el de los estudiantes, que va más allá de la lectura de textos, escritura de papers, realización de experimentos y exámenes. Además, la Universidad del porvenir no puede desentenderse de los grandes problemas del siglo XXI, debe asumir su responsabilidad social en el desarrollo de la extensión universitaria y abrirse a los temas y problemas actuales de la sociedad, como la igualdad, la perspectiva de género, la diversidad, la cuestión ambiental, los derechos humanos, las TIC’s, entre otros, incorporándolos en sus planes de estudio y laboratorios.
¿Qué nuevas reivindicaciones debería asumir un nuevo ciclo reformistas?
El gran desafió del siglo XXI es la creación, innovación e inclusión. Los reformistas de 1918 estaban convencidos de que la Universidad es una institución social, en constante movimiento. Aquellos estudiantes, lejos de concebir sus ideas como postulados estáticos, nos legaron el desafió de pensar una Universidad creativa e innovadora, capaz de dar respuestas a las problemáticas de nuestros tiempos.
Eric Hobsbawm solía decir que vivimos en un mundo en el que cuanto más aumenta la riqueza más disminuye la igualdad. Las Universidades no pueden desatenderse de las desigualdades sociales y deben reconocer la importancia de la diversidad, lo que supone el deber de garantizar el derecho al aprendizaje por parte de todas y de todos, atendiendo a las necesidades específicas de cada estudiante. Noam Chomsky sostiene que para construir una sociedad más igualitaria todas las personas deberían, al menos una vez en sus vidas, pasar por la Universidad.
Hace 100 años, la juventud universitaria desobedeció al poder y realizó una verdadera revolución cultural en nuestro país y en toda América Latina. Hoy las mujeres están haciendo otra revolución por la igualdad de género. Estamos ante un presente de búsqueda, de movilización, de lucha por más justicia y más igualdad, en el que las y los jóvenes son protagonistas. Las Universidades deberán asumir las nuevas reivindicaciones que traen aparejadas estos nuevos tiempos. A cien años de la Reforma Universitaria, la juventud nos sigue marcando el camino hacia un mañana mejor.