El próximo año será decisivo en términos políticos. Habrá elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), además de elecciones generales donde estará en disputa el sillón de Rivadavia, la hegemonía (o no) en el Congreso, y varias gobernaciones.
Al Frente de Todos, que por ser oficialismo tiene más para perder, se le bifurcan dos escenarios claros. El primero, sería ganar las elecciones. Este escenario es el más hipotético, dado que a nivel mundial es más factible que los oficialismos resulten ganadores en los comicios electorales. El segundo escenario sería perder las elecciones. Este es el más probable hoy en día, sobre todo teniendo en cuenta que en América Latina ser oficialista parece ser una desventaja (desde el 2018, todos los oficialismos perdieron las elecciones).
Según diversos analistas de renombre, como Andrés Malamud, lo más probable es que el Gobierno pierda las próximas elecciones presidenciales. La gran incógnita es ante quien. Aquí también bifurcan dos opciones: una tradicional y una novedosa. La tradicional sería Juntos por el Cambio, quien retornaría al poder como lo hizo Lula en Brasil o el Movimiento al Socialismo en Bolivia. Una opción diferente sería Javier Milei, quien podría representar una novedad ganando las elecciones como lo hizo Boric en Chile o Petro en Colombia.
Ahora bien, ¿Qué escenarios se le presentan al Frente de Todos si es que gana las elecciones? La coalición oficialista no tiene muchas opciones, no tiene definido sus candidatos ni sus estrategias. No obstante, se cree que se apunta a Sergio Massa, quien aumentaría su caudal electoral si logra estabilizar la economía. Ese escenario sería similar al de Fernando Henrique Cardoso, el Ministro de Economía que supo mejorar la economía de Brasil, ganó popularidad y se transformó en el candidato más votado.
No obstante, Massa está lejos de ser “FHC”. No tiene su nivel intelectual, su integridad, ni su prestigio. Lo más probable es que se transforme en una especie de Cavallo o Lavagna, quienes estabilizaron la economía pero no llegaron a ser presidentes. Además, según planteó el mencionado Malamud en una charla en Antropoceno, los antecedentes demuestran que el peronismo a los estabilizadores les da una palmada en la espalda, no una candidatura presidencial.
Ante este contexto, ¿A qué apuesta Juntos por el Cambio? A ganar, a que el Gobierno termine el mandato, a que haya elecciones en octubre y que se confirme un cambio de gobierno en diciembre respetando las instituciones. El problema es que desde la coalición opositora ven las elecciones ya ganadas, lo cual deriva en cualquier acción injustificada, como el cruce que protagonizó Patricia Bullrich amenazando con violencia a Felipe Miguel frente a las cámaras. Por otro lado, el hecho de creerse que la elección está ganada hace que no se pongan de acuerdo y reine el disenso en varios sectores. Según se confirmó recientemente, diversos candidatos, como Manes y Morales, no tienen incentivos para pactar y negociar, lo cual les impide arribar a acuerdos consensuados.
Esto último es un gran desafío para la primera parte del año entrante. Si el radicalismo estuviera unido, y el PRO se mantiene dividido, las probabilidades de ganar las PASO son altas para el partido centenario. Aún si el PRO es mayoritario (como creen muchos) con un 60% de los votos, un candidato radical (sea Manes o Morales) con el 40% en las PASO podría ganarle a ambos (Larreta y Bullrich) si estos sacan cerca del 30% cada uno. No obstante, cabe aclarar que Larreta cuenta con amplia ventaja dado que últimamente los candidatos del no peronismo surgen de la Capital Federal, ya que allí están los votos anti peronistas, la plata para la campaña y los medios de comunicación que acercan los mensajes al electorado. Los casos de De la Rúa y Macri son ejemplo de ésto.
Cabe resaltar la contundente relevancia de los medios de comunicación de cara a las próximas elecciones. Éstos no son decisivos, pero sí muy influyentes. Hoy en día, los medios de comunicación los maneja indirectamente Larreta. Sobre esto se quejó Bullrich, también Manes y hasta Lousteau en los últimos meses. Los medios juegan para Larreta, ocultando sus affairs amorosos, soltando la información cuando más le conviene, y evitando detalles que podrían perjudicarlo. Los medios juegan para Larreta (y Santilli), por eso algunos candidatos como Manes dejaron de ser invitados a los programas de televisión cuando se definían las PASO del año pasado.
No obstante, se puede hacer política igual. De hecho, el mencionado neurocientífico logró cerca del 40% de los votos de la pasada interna de Juntos por el Cambio en la Provincia de Buenos Aires sin el apoyo de los medios de comunicación. Sobre esto también se expidió Malamud, quien afirmó que más allá de algunas estrategias, si uno tiene carisma y audacia, se puede lograr buenos resultados.
De cara a la disputa por la candidatura presidencial entre Manes y Morales, es necesario considerar que el actual diputado nacido en Salto tiene dos cosas que el jujeño no tiene: reconocimiento público (camina por la calle y la gente sabe quién es) e imprevisibilidad (puede hacer o decir cosas impensadas, como acusar a Macri de “populista institucional”). Morales, por su parte, es un candidato predecible, con una buena gestión, con un buen discurso, pero sin carisma y sin reconocimiento.
Más allá de algunas críticas, hay que resaltar que el radicalismo está en pleno crecimiento. Está tomando protagonismo y está ganando reconocimiento con algunas figuras en particular que la gente no evita si ve en la tele, y reconoce si las escucha por radio. Son los casos de Facundo Manes, Carolina Losada, Martín Lousteau, y en menor medida Martín Tetaz.
Ahora bien, si se quiere liderar la coalición, el partido centenario tiene que trabajar fuertemente en la comunicación. Este es uno de los puntos flojos de la UCR. El radicalismo elabora documentos de gran calidad desde la Fundación Alem, pero no los lee casi nadie. En contraste, candidatos liberales como Milei y Espert logran slogans que impactan en el electorado. Algo similar ocurre con el PRO. Otra cuestión a mejorar, si se aspira a ganarle a los primos amarillos, es la presencia en los medios. Las ideas y documentos elaborados deben tener mayor alcance, y las figuras o cuadros del partido mayor exposición mediática. He aquí un gran desafío, ¿Cómo lograr mayor difusión y masividad si los medios están abiertos principalmente para Larreta y Bullrich?
Ciertamente, los mejores gestores del radicalismo no tienen reconocimiento público: Cornejo (ex gobernador de Mendoza), Rodolfo Suárez (actual gobernador de Mendoza), Valdés (gobernador de Corrientes) y Gerardo Morales (gobernador de Jujuy) son desconocidos para millones de votantes. Lo mismo ocurre con algunos buenos intendentes del interior del país, como Pablo Javkin (Rosario), Lunghi (Tandil), o incluso Posse (San Isidro) en el conurbano.
Si bien es cierto que desde el análisis de alcances y logros de gestión el radicalismo tiene buenos gestores, también es cierto que no tiene muchas figuras políticas con nivel de conocimiento en la ciudadanía. Esto se traduce en una magra competitividad de algunos candidatos ya que sus figuras no logran la masividad y el reconocimiento que brinda la televisión. Para ejemplificar, el nivel de exposición mediática de Montenegro (PRO-Mar del Plata) o Martín Yeza (PRO-Pinamar) es muy superior al de Lunghi (Tandil), aún siendo la gestión de Tandil una de las más valoradas por diversos papers académicos.
El radicalismo tiene bastante por mejorar si quiere vencer al PRO en las próximas PASO. Para eso es necesario elaborar un diagnóstico del estado de situación para saber dónde estamos parados, y en qué podemos mejorar. Por suerte, el creciente nivel de reconomiento de algunas figuras como Manes, Lousteau, Tetaz y Losada dan muestras de que algo está cambiando (para bien). Fiel a su historia, el partido está marchando hacia adelante. Esta vez, con una impronta nueva que retoma la “mística” y le agrega “empatía”.