El Acuerdo Mercosur – Unión Europea al que se llegara luego de un resiliente proceso de negociación de más de 20 años ha demostrado que cuando los objetivos de los países son estratégicos las dificultades pueden superarse.
Los cambios operados en los gobiernos de los estados miembros del MERCOSUR y en el contexto internacional desde su firma en 2019 hasta la fecha generan tanto mayores posibilidades para su ratificación como nuevos desafíos.
Este instrumento ha sido caracterizado como un acto “político” atendiendo a su carácter integral, a que contiene tres pilares: político, de cooperación y económico comercial, y a que su perfeccionamiento requiere un activismo estatal tan importante como el de las negociaciones.
Los estados del Mercosur deberían implementar políticas activas dirigidas a resolver los problemas de competitividad de los bienes y servicios que se encuentran protegidos por las previsiones temporales acordadas antes de la vigencia plena de la libertad de mercados.
Se necesitan políticas públicas que favorezcan la actualización tecnológica de las empresas, financien procesos de cambio en las pequeñas y medianas empresas, promuevan la diversificación exportadora, garanticen un mejoramiento de la inserción de nuestros bienes en las cadenas de valor globales o regionales.
Los gobiernos deben entender que este Acuerdo Político no sólo tiene que ver con cambios en los aranceles de importación o exportación sino que implica el desafió de una reforma productiva en el marco de la revolución tecnológica y de la agenda que impone el cambio climático.
Los aranceles negociados contemplan las sensibilidades, inclusive de aquellos sectores que eran considerados más débiles. Los niveles arancelarios no van a bajar de inmediato, existen para cada sector, según su grado de desarrollo plazos que van desde los 8 a 15 años para las bajas arancelarias, dando tiempo a acomodar estructuras para competir. Ese es el tiempo disponible que debería ser utilizado con inteligencia por los gobiernos del MERCOSUR con la mira puesta en las nuevas exigencias que los efectos de la pandemia han catalizado: la revolución digital, el cambio climático, la reorganización de la globalización en regiones, los cambios en las cadenas de valor globales, el abandono de la producción just in time com y los nuevos conflictos geopolíticos que afectan a América Latina desde hace más de 25 años.
El Acuerdo se encuentra en el proceso de entrada en vigencia y se están cumpliendo los pasos burocráticos para luego llevar lo a la aprobación legislativa tanto de los cuatro países del MERCOSUR como del Parlamento Europeo.
El momento de la ratificación legislativa no debería ser alterado por adendas complementarias de ninguna de las partes ni tampoco por nuevas reglas.
Debe respetarse la regla que lo rige y que define su carácter de instrumento cerrado. Las pretensiones de mejoría podrían ayudar a su boicot por parte de los actores nacionales que se encuentran cómodos en el statu quo productivo de nuestros países o a los intereses geopolíticos de las potencias en conflicto que podrían visualizar como un riesgo para sus intereses en la región la conformación de una nueva región que se asiente en la fábrica europea.
Los partidos políticos del Parlasur y el Acuerdo Político
El Parlamento del MERCOSUR ha sido un escenario privilegiado para observar que las posiciones de algunos de los partidos políticos de los cuatro países allí representados han ido cambiando a favor del Acuerdo Político.
En 2019 la llamada Bancada Progresista, integrada entre otros por el Frente Amplio de Uruguay, el Partido de los Trabajadores de Brasil y el Frente de Todos de Argentina se oponían a la firma del Acuerdo Político. Esta postura fue confirmada por el presidente de la delegación argentina, hoy embajador argentino ante Venezuela, en reunión de la Comisión de Mercosur de la Cámara de Diputados del congreso argentino. En la que también se manifestó a favor de una vinculación mayor con los países del océano Pacífico.
Eran momentos en que el Parlamento del MERCOSUR presidido por representantes del Frente Amplio dado el turno uruguayo y con mayoría de la Bancada Progresista impedía que el Parlamento del MERCOSUR acepte el Informe Bachellet sobre las violaciones a los derechos humanos en Venezuela y se promovían vínculos con la Duma rusa y el Parlamento Iraní (El Parlamento del Mercosur es un buen escenario para ver los juegos geopolíticos de Rusia y China y sus aliados latioamericanos).
En 2021 la posición respecto al Acuerdo Político se modificó y a fines de setiembre de aprobó por unanimidad una propuesta de declaración de la presidencia brasileña que señala: el “apoyo y acompañamiento al proceso de negociaciones entre los bloques del Mercosur y la UNION EUROPEA, propiciando los buenos oficios de los responsables para la concreción del mismo” y “su acompañamiento al logro del ambicioso Acuerdo Político de libre comercio con los principios de reciprocidad y beneficios mutuos, consolidando el acuerdo político con el fin de preservar las democracias en la región y las garantías constitucionales de todos los ciudadanos”.
Considerando que los parlamentarios de Brasil y de Uruguay son miembros de sus propios congresos la declaración implica que esos legisladores asumirían una postura activa para la ratificación parlamentaria del Acuerdo Político.
Argentina y el Acuerdo Político
Para Argentina el Acuerdo Político es muy importante porque la desafía a modernizar su estructura productiva, a diversificar sus exportaciones, a mejorar su inserción en las cadenas de valor en proceso de reconfiguración luego del impacto que la pandemia ha tenido sobre los mercados globales a avanzar en la ruta de la bioeconomía, a adecuar los procesos de su organización estatal a la exigencia de la digitalización.
El Acuerdo Político brinda la oportunidad de aprovechar mercados evolucionados y con capacidad de consumo con los que tenemos vínculos culturales que potencian estrategias productivas.
Favorece la profundización de vínculos en el ámbito del conocimiento (sistemas educativos y científico) y su impacto sobre la comercialización de bienes y servicios.
También influirá positivamente en el flujo de inversiones al contar con reglas más claras y estables para todos quienes quieran venir a desarrollar esta región y generar nuevas oportunidades de empleo.
Sin contar además que nos aleja de la mácula de ser unas de las economías más cerradas del mundo, que tenían Acuerdo Político de libre comercio e integración con menos del 10% en el PBI mundial.
Este Acuerdo Político nos integra con casi ahora el 30% del PBI mundial. Esto es abrir un mercado de 500 millones de consumidores y de alto valor de ingresos y poder adquisitivo.
En este Acuerdo Político hubo una preocupación especial por las economías regionales. Actores representativos de cada región del país participaron del proceso de negociación. Cítricos, berries, frutas secas, vinos, etcétera, están contemplados en el Acuerdo Político además de nuestro producto principal: la carne argentina. Mas allá de la negociación sobre los cupos que correspondan a socio del MERCOSUR, la Argentina obtiene una reducción arancelaria adicional sobre la histórica cuota Hilton de Argentina reconocida por la U.E de 32.000 Tn. El nivel arancelario será 0 para esta cuota.
Se han tomado recaudos en lo que respecta a propiedad intelectual.
El Acuerdo Político y el MERCOSUR
El Acuerdo Político ya ha comenzado a influir sobre la dinámica interna del Mercosur. La firma del acuerdo aceleró procesos que estaban aletargados. A saber:
- Se han promovido trabajo sobre el Régimen de Origen que es uno de los temas conflictivos con la Unión Europea.
- Se firmo el demorado Acuerdo sobre Comercio Electrónico
- Se avanzo en la firma del reconocimiento de títulos universitarios que hacia muchos años que estaba para su consideración.
- Se actualizo el Protocolo de Montevideo sobre comercio de servicios.
- Se discute, por impulso de Brasil, la ampliación de la Unión Aduanera para los sectores de automotores y azúcar.
Los problemas internos del MERCOSUR
El último informe de INTAL realiza una advertencia que debería ser seriamente considerada por quienes creemos que el MERCOSUR es una herramienta de desarrollo para nuestros países.
Se destaca el comentario a partir de las dificultades que hemos visto desde 2020 en la coordinación de los países miembros.
Los problemas se han manifestado en las discusiones sobre el arancel externo común como las divergencias sobre los niveles de acompañamiento de los cuatro países a los acuerdo comerciales.
Ejemplo de ellos son la deserción argentina respecto a las relaciones con Corea y las tensiones que produce Uruguay en su intento de realizar un acuerdo bilateral de libre comercio con China en vez de impulsar un acuerdo de los cuatro países.
El informe nos dice: “En caso de que los países no encuentren la forma de dotar al MERCOSUR de atributos funcionales a sus políticas nacionales, será cada vez más difícil implementar una trayectoria positiva para el proyecto económico de integración, obligando a diseñar una nueva matriz de intereses comunes que fortalezcan el espíritu asociativo de sus miembros con la eventual modificación del tratado fundacional”.
Esta advertencia está vinculada a dos riesgos:
- El obstruccionismo
- El bilateralismo
Y me detengo en estos porque tenemos en América del Sur un actor desde hace más de veinte años que tiene intereses geopolíticos contrarios al Acuerdo Político, que ha sido sostén de la dictadura de Venezuela y que busca intervenir tanto en la creación de lazos de dependencia financiera como en las políticas de infraestructura buscando incorporarla a la llamada Nueva Ruta de la Seda.
China ha avanzado en el comercio regional y ha significado la reducción del comercio con la Unión Europea y también dentro de la región. Dados sus intereses geopolíticos se puede pensar en acciones estratégicas destinadas a de favorecer la profundización del bilateralismo y de los bloqueos a iniciativas como la del Acuerdo Político que darán lugar a la creación de una nueva región cuyos productos compiten con la nueva región asiática RCEP.
La presencia de China y sus vínculos políticos en América Latina debe ser considerada conforme a las conclusiones del reciente Congreso del Partido Comunista Chino que ha profundizada su impronta totalitaria y también su ambición imperial restauradora.
Tenemos un valiosísimo instrumento para la reformulación productiva del MERCOSUR teniendo en cuenta los cambios que han operado en la globalización a partir de la crisis desatada por la pandemia en las cadenas de valor y también de la comercialización internacional con los problemas relativos al transporte internacional de bienes acrecentado por la Guerra desatada de Rusia contra Ucrania.
La oportunidad de crear una región abierta que no sólo vincularía a nuestros países con una de las fábricas del mundo, sino que favorecería el desarrollo de nuestros países en el marco de la revolución digital y los cambios que imponen las respuestas al cambio climático.
El Pacto Verde Europeo no debe convertirse en un nuevo obstáculo al Acuerdo Político. Es necesario que se inicien rápidamente conversaciones al respecto.
El Acuerdo Político Unión Europea Mercosur tiene una dimensión política innegable en lo que respecta a la defensa de la democracia liberal y del cosmopolitismo frente a la embestida iliberal y el enfoque patriótico.
Nos unen la defensa del pluralismo, la libertad de expresión, las creencias en el valor universal de los derechos humanos y la evidencia científica.
Ojalá seamos capaces de lograr el voto favorable de nuestros respectivos congresos y parlamentos. La política democrática tiene en el Acuerdo Político una agenda a cumplir.
El Secretario General de CEPAL José Manuel Salazar. Xirinachs, ha realizado una convocatoria desafiante a la acción del cambio estructural. Este acuerdo político se inscribe en este desafío: “La meta en esta época postpandemia y para el 2023 no puede ser solo mitigar los daños de la pandemia y reactivar la economía se trata de promover acciones transformadoras para el desarrollo, se trata de que los países de la región avancen, logren salir de la trampa del ingreso medio y cumplan con el legítimo sueño de ser países socialmente inclusivos a partir del crecimiento dinámico, sostenido, sostenible e incluyente”.