Dada la trascendencia que el Partido Justicialista ha otorgado al 17 de octubre, suele dejarse de lado el nacimiento del General Lavalle ocurrido un día como hoy de 1797. Desde luego, lejos estamos de cometer semejante atropello.
Juan Galo llegó al mundo en Buenos Aires, dentro de un seno familiar patricio.
Vicente Fidel López describió a los Lavalle como una familia numerosa y muy agraciada físicamente: “Las señoras eran de una belleza proverbial; y que por eso, o por la categoría que ocupaban, no sólo ejercían un influjo poderoso, sino que irradiaban y concentraban la atención de la gente de su tiempo”.
Dicha perfección estaba presente en el aniñado rostro de nuestro protagonista cuando decidió volverse granadero. Era 1812 y la fiebre independentista movilizaba a muchos. Tenía catorce años y su padre lo respaldó, suministrando lo necesario al joven soldadito.
Desde un primer momento se entregó a la más resuelta disciplina. “Diestro jinete, aprendió a maniobrar su caballo en combate, sirviendo de él como si fuese un arma, en las atronadas cargas que luego le dieran tanto renombre. A todas horas estuvo donde la obligación le señalaba en la plaza del Retiro, lugar elegido por San Martín para ejercitar a sus granaderos”, señaló su biógrafa Lily Sosa de Newton.
En 1816 llegó a Mendoza para incorporarse al Ejército de Los Andes. Conoció entonces a Dolores Correa, una dulce joven perteneciente a nuestra elite. Se enamoraron de inmediato, pero se casarían recién ocho años más tarde. Tocaba ahora liberar América.
Las cumbres le abrieron paso para destacar en Chacabuco y ser ascendido a capitán, luego vendrían Maipú, entre otras batallas, y numerosas condecoraciones. Ya experimentado formó parte de las operaciones en el Perú.
Tras el alejamiento de San Martín, Lavalle fue uno de los jefes argentinos que siguió luchando por la causa americana. En Riobamba cargó contra los realistas y los venció por completo, obteniendo el reconocimiento de Sucre y la posteridad. Sus diferencias con Bolívar lo trajeron de regreso a Mendoza donde contrajo nupcias y actuó como gobernador interino.
Su reencuentro con Buenos Aires duró poco. Al estallar la Guerra con Brasil fue uno de los líderes que estuvo años en el frente. Luego llegaría el retorno y una decisión que lo atormentó hasta el final de sus días: ejecutar a Manuel Dorrego.
Lamentablemente suele dejarse de lado al Lavalle que luchó por nuestra libertad y entregó años de su vida a la causa nacional.
Como regla se lo recuerda en términos negativos, olvidando que las personas somos el conjunto de nuestros actos.
Nada mejor que un 17 de octubre para celebrar su existencia, a pesar de sus faltas que terminó pagando en vida.
Publicado en Los Andes el 17 de octubre de 2020.
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