Un episodio de la serie futurista británica “Black Mirror”, titulada Nosedive, muestra un sistema meritocrático determinado por usuarios de una red social que se puntúan unos a otros hasta alcanzar distintos niveles de “likeo” o aceptación social, que luego es utilizado para aplicar al crédito y el consecuente acceso a bienes y servicios de diferente calidad.
Aquello que anticipa la serie –como en otros inquietantes capítulos– está por entrar en vigencia en China, más precisamente en 2020.
La idea del gobierno chino es calificar individualmente a cada ciudadano basándose en el cumplimiento de sus obligaciones, el historial crediticio, en su comportamiento y hábitos, en su información personal y hasta en las relaciones interpersonales.
Este omnipotente “sistema de crédito social” puntuará el comportamiento de cada uno de sus 1.300 millones de ciudadanos para construir un “ranking de confianza”.
Ocho compañías chinas, autorizadas por el Estado, ya han puesto manos a la obra que culminará en el 2020 con la suscripción obligatoria en la base de datos que emitirá sus puntuaciones de “crédito social”.
Uno de los proyectos piloto que monitorea el gobierno chino lo lleva a cabo Sesame Credit, la rama financiera de Alibaba, la plataforma de compras on line más grande del mundo. Sesame Credit usa su enorme base de datos de consumidores para crear rankings de “crédito social” individuales. Para ello, califica las transacciones financieras en línea de quienes usan el sistema de pago de Alibaba.
La compañía no divulga exactamente cómo calcula esa puntuación, argumentando que se trata de un “algoritmo complejo”, aunque admite que evalúa los tipos de productos que los consumidores compran on line.
“Alguien que juega videojuegos durante diez horas al día, por ejemplo, sería considerada una persona ociosa, y alguien que frecuentemente compra pañales será probablemente como un padre que sería considerado como alguien con sentido de la responsabilidad”, dijo Li Yingyun, director de tecnología de Sesame a la revista china Caixin, en 2015.
Las autoridades chinas monitorean el proyecto piloto de forma muy cuidadosa. El sistema del gobierno no funcionará exactamente como los privados, aunque toma apuntes de los algoritmos desarrollados por las compañías.
En un extenso documento de 2014, el Consejo de Estado chino explica que el plan del crédito social “forjará un entorno en la opinión pública en el que la confianza será gloriosa”, advirtiendo que el “sistema recompensará a aquellos que reporten actos de abuso de confianza”.
En la base de datos nacional se mezclará una amplia variedad de información sobre cada ciudadano, desde si paga sus impuestos o multas, hasta si sus títulos académicos fueron obtenidos correctamente.
Otro proyecto de seguridad que ya está en marcha podría potenciar este sistema. Se trata de la red de cámaras de videovigilancia nacional que cuenta con 80 millones de “ojos”, de los cuales se estima que unos 20 millones disponen de tecnología de reconocimiento facial. Esas cámaras no sólo analizan los rostros, sino que también analizan los vehículos, a los peatones y recogen otros tipos de información, explica Fu Xiaolong, miembro de la compañía Cloudwalk, encargada de fabricar estos aparatos. El software lo provee, Isvision, con sede en Shanghai, que utiliza un algoritmo diseñado por SeetaTech, una empresa emergente lanzada por investigadores de la Academia China de Ciencias y del Instituto de Tecnologías en Computación.
Durante el primer mes de utilización de estas cámaras, instaladas en abril de este año, se detuvieron a unos 60 delincuentes y se ha multado a más de 6.000 infractores leves, dado que están conectadas a la red privada de la policía que no se aloja en la internet y que es conocida como el Ojo del Cielo.
La tecnología de reconocimiento facial está notablemente desarrollada en China. Allí es posible utilizarla para pagar compras, para avergonzar a los peatones reproduciendo sus imprudencias en pantallas gigantes, para racionalizar el uso del papel higiénico en los baños públicos, o para embarcar en un avión en algunos aeropuertos. Donde su uso es más asiduo es en los restaurantes. Cadenas internacionales como Mc Donald’s o KFC tienen integrado el sistema Smile to Pay que permite abonar el importe de los consumos.
En cuanto a la seguridad, Alipay, la compañía responsable de este método de pago, aseguró que sus equipos son capaces de reconocer entre una cara real y una fotografía o vídeo. Esto es posible a que analiza no sólo la cara, sino también el entorno, haciendo imposible engañar a la máquina suplantando la identidad de otra persona.
Con este cúmulo creciente de informaciones, algoritmos e identificaciones fehacientes, el pueblo chino enfrentará un monumental escrutinio.
Tener una buena puntuación dará a los ciudadanos una serie de beneficios, desde descuentos en hoteles o alquiler de coches, hasta acceso a planes de seguro u obtener visas de forma rápida.
Tener una mala calificación será “preocupante”, según Rachel Botsman, autora del libro “Who Can You Trust?” sobre el sistema de crédito social de China: “Si tu puntuación de confianza baja de cierto nivel, podría impactar todo, desde la escuela a la que pueden ir tus hijos, los trabajos a los que puedes optar y el tipo de préstamo hipotecario que puedes obtener”, dijo Botsman en un programa producido en colaboración con la BBC.