La serie documental del director británico Justin Webster sobre el caso Nisman, con testimonios únicos y una bella realización, muestra los hechos sin despejar las dudas.
Se estrenó en Netflix un documental sobre el caso Nisman dirigido por el británico Justin Webster. El mismo título – El Fiscal, la Presidenta y el Espía- nos indican dónde tenemos que poner la mirada.
Mirar el documental de Nisman es, para cualquier argentino que vivió hace cinco años el estupor de un caso tan impactante, un material de alta calidad para revisar la información de una trama internacional y nacional muy compleja.
Tiene puntos fuertes en la preproducción que prácticamente son todo para ser un éxito. En primer lugar, el casting de testimonios. Cuando consiguen a Stiusso, a Fein, a Lagomarcino, al abogado, a Timerman antes de morir y, sin saberlo, al actual presidente de la Argentina, uno se imagina el equipo brindando porque tienen “la” película.
Otro punto fuerte además de los testimonios es la manera bella de contar Buenos Aires desde ese drone en Le Parc, desde los taxis por la ciudad tribunalicia, desde las ruinas del horror y las marchas y los actos políticos.
La estructura de los seis capítulos es muy atractiva y pone sobre la mesa una tras otra las contradicciones imposibles de despejar del caso, que despiertan en el espectador, en el ciudadano, el mayor estado de suspenso combinado con el ejercicio memorístico de sufrir frente al compilado de una verdad mísera que nunca llega.
Homicidio o suicidio es un enigma que no disminuye a lo largo de los capítulos; al contrario se agiganta.
