Más bien es un foro donde confluyen intelectuales, artistas, emprendedores empresarios (muchos del ámbito digital), activistas, filósofos, periodistas e influencers.
Los invitados pertenecían a diversas corrientes del pensamiento de derecha contemporáneo, tanto de Europa como de Estados Unidos: desde el liberalismo económico y la democracia cristiana de línea dura, hasta el conservadurismo cultural tradicional, los neorreaccionarios, transhumanistas, tecno-utópicos y posliberales.
Este año el MCC Feszt reunió a cerca de 50 000 asistentes que, desde la mañana hasta la noche, también participaron en actividades culturales y disfrutaron de conciertos de artistas húngaros muy populares, en una suerte de Lollapalooza con múltiples escenarios simultáneos.
Quién es quién en el pensamiento de derecha
En la apertura del evento participaron Balázs Orbán —homónimo y principal estratega del primer ministro húngaro—, Patrick Deneen, profesor de la Universidad de Notre Dame, y James Orr de la Universidad de Cambridge.
En sus intervenciones se lanzaron duras críticas contra Ursula von der Leyen, a quien acusaron de “traicionar” a los europeos al aceptar un acuerdo comercial que, a su juicio, favorece a Washington y prioriza a países no miembros de la Unión Europea, como Ucrania.
Orr reprochó que el Reino Unido, tras su salida del Brexit, haya vuelto a alinearse con Bruselas.
Deneen, célebre por su crítica al liberalismo moderno y por defender políticas arraigadas en tradiciones comunitarias, coincidió en la necesidad de reducir la subordinación a Estados Unidos y sostuvo que Europa debe aprender a valerse por sí misma.
La agenda del MCC Feszt 2025 incluyó como una de sus figuras centrales a Peter Thiel, cofundador de PayPal y Palantir, uno de los primeros inversores en Facebook y figura clave del pensamiento conservador-tecnofuturista, que combina su influencia en Silicon Valley con un papel activo en redes políticas de derecha en Estados Unidos y Europa.
El mensaje de Thiel fue poco alentador: advirtió que los avances tecnológicos podrían facilitar la aparición de una figura de tipo “Anticristo”, capaz de usar estas herramientas para dominar o incluso destruir sociedades.
Ante ese riesgo, propuso un retorno a las normas tradicionales y un uso distinto y controlado de la tecnología como única vía para evitar un desenlace catastrófico.
En el escenario principal también destacó otra de las invitadas estelares: Ayaan Hirsi Ali, carismática activista que huyó de Somalia y se estableció en los Países Bajos, donde fue diputada y coguionista —junto al asesinado cineasta Theo van Gogh— de un documental sobre el extremismo islámico.
Hirsi Ali lanzó una dura crítica a la migración islámica en Europa, sosteniendo que debía restringirse para evitar la influencia del radicalismo religioso.
Afirmó que los Hermanos Musulmanes no actúan solo mediante la Jihad, sino que avanzan “desde el útero”, presentándose a elecciones y ejerciendo un lobby persistente.
Entre las luminarias políticas del encuentro se encontraban el ex canciller austriaco Sebastian Kurz y los más importantes representantes del gobierno húngaro, entre ellos el primer ministro Viktor Orbán, quien, ante una multitud, expuso sus ideas sobre la inmigración, Europa y la guerra de Ucrania, anticipando una campaña electoral que, según todas las encuestas, el próximo año pondrá a prueba su prolongado liderazgo.
La joven diputada israelí Sharren Haskel, politóloga y actualmente viceministra de Asuntos Exteriores, mostró una postura más cercana al liberalismo clásico en materia de derechos, y al mismo tiempo afirmó que existe una colaboración muy estrecha entre los gobiernos israelí y húngaro.
Y aseguró que Hungría es el lugar más seguro de Europa para los judíos en este momento.
La agenda incluyó a Dominic Cummings, célebre por ser el ideólogo de la campaña a favor del Brexit.
También participaron Rod Dreher, muy reconocido en círculos conservadores por sus reflexiones sobre religión, política y cultura contemporánea, y Jeremy Shapiro, experto en política exterior y colaborador habitual de The New York Times, Financial Times y The Washington Post.
El filósofo sueco Benedict Beckeld, que popularizó el concepto de oicofobia (rechazo a la propia cultura), sostuvo que países como Hungría, con una memoria reciente de opresión, son menos vulnerables que Francia o Suecia.
Anthony Dworkin, investigador sénior del European Council on Foreign Relations, advirtió que los liberales han subestimado el arraigo de las creencias populares, lo que ha contribuido a una creciente intolerancia hacia puntos de vista políticos distintos.
Otra figura destacada fue Matthew Goodwin, politólogo británico de la Universidad de Kent, quien criticó al Partido Conservador por incumplir sus promesas de controlar la inmigración —lo que, según él, provocó su derrota electoral— y alertó sobre una “guerra civil ideológica” en la derecha británica entre el conservadurismo liberal y el nacional-conservadurismo de Reform UK.
Moderado por Calum Nicholson, director de investigación del Danube Institute, el panel “El fin del consenso: élites, identidad y el futuro de la democracia” reunió a Philip Pilkington, investigador sénior del Instituto Húngaro de Asuntos Internacionales, y a Anthony Dworkin para debatir qué es realmente el liberalismo y si este se encuentra en proceso de colapso.
Entre muchos otros, también participaron Leonardo Orlando, filósofo argentino que cuestionó la negación de la biología promovida por las ideas woke; Michael Shellenberger, defensor de la energía nuclear y crítico del alarmismo climático, que ofreció una mirada disruptiva sobre el ambientalismo; y Harrison Pitt, editor sénior de The European Conservative, quien aportó su análisis sobre la batalla cultural contemporánea.
La agenda de la contraelite
El MCC es una institución educativa privada. No es una universidad, sino un centro de formación para jóvenes que ofrece cursos, becas, viajes y oportunidades de networking.
Sus alumnos deben estar inscritos en una carrera universitaria formal, mientras el MCC opera como una combinación de escuela de alto rendimiento, think tank y club exclusivo para futuros líderes, con un marcado sello político orientado a forjar una nueva élite alineada con Viktor Orbán y su partido Fidesz.
El MCC responde a una de las principales necesidades de la derecha renovada: formar nuevas élites en un contexto donde las instituciones culturales y académicas tradicionales son dominadas por las élites de izquierda, europeístas o están vinculadas al del statu quo progresista.
El espíritu del MCC Feszt dejó en evidencia algo frecuentemente subestimado: la derecha atlántica —en sus múltiples variantes, formas y prioridades a veces contrapuestas— exhibe una vitalidad intelectual y un entusiasmo poco reconocidos, y que la prensa progresista intenta despachar con la etiqueta de “ultraderecha”, como si eso bastara fácilmente para invalidarla.
Mientras tanto, la izquierda socialdemócrata parece intelectualmente estancada desde los intentos de la “tercera vía” de Anthony Giddens, o bajo la influencia de las propuestas autoritarias de la izquierda latinoamericana.
El socialismo chavista y el populismo en clave de Ernesto Laclau nutrieron partidos como Podemos y han permeado agendas académicas y culturales en América del Norte y Europa.
Por eso lo único equiparable hoy al MCC en el campo progresista podría ser CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales) o el Foro de São Paulo, ambos anclados en visiones anacrónicas, más cercanas a dictaduras comunistas del siglo XX o a populismos izquierdistas que al mundo que está surgiendo con la inteligencia artificial.
En Esztergom quedó claro que la derecha no solo debate el presente: está construyendo, a toda velocidad, las autopistas intelectuales por las que pretende transitar el poder en las próximas décadas.
Publicado en El Observador el 14 de agosto de 2025.
Link https://www.elobservador.com.uy/espana/hungria-2025-la-gran-vidriera-intelectual-la-nueva-derecha-atlantica-n6012612