miércoles 25 de junio de 2025
spot_img

“Argentinos a las cosas”

I.

En estas semanas la prisión de Cristina ocupó el centro de las noticias. Se habló mucho sobre el tema y es probable que se haya hablado demasiado. Mientras las polémicas se cruzaban se registraba una ausencia en el debate, una ausencia no sé sí muy importante pero importante. Me refiero al presidente de la nación, Javier MIlei. Ese silencio es probable que haya sido deliberado pero también una imposición de las circunstancias. Digámoslo de una buena vez: la condena de Cristina y todos los precedentes que la asistieron no incluye ni en una anécdota menor a Milei. Cuando Néstor y Cristina montaron la maquinaria de saqueo y la llevaron a la práctica, Milei no era ni siquiera panelista de programas de televisión. Digamos que al presidente esta condena le llegó de arriba y es muy probable que no le haya convencido políticamente, en tanto pareciera que la estrategia de Milei era la de confrontar con Cristina. No sé, no me consta, que Milei, e incluso los principales dirigentes de La Libertad Avanza, hayan tenido una participación o intervención en el tema de la corrupción kirchnerista. Como si sé que sobre esta cuestión los libertarios han llegado tarde o llegaron después. Ni mal ni bien; fue así, es así. No recuerdo en estos últimos años alguna opinión del mileísmo acerca de la corrupción K. Es probable que las haya, pero convengamos que nunca fue su preocupación central. Hasta cronológicamente están fuera de foco. 

II. El jueves a la noche Milei reapareció oficialmente en la escena pública. El presidente no convoca conferencias de prensa, se limita a invitar a un periodista amigo que no le va a crear preocupaciones ni hará preguntas indiscretas. No sé si esos periodistas están o no ensobrados, lo que sé es que esas entrevistas son complacientes, demasiado complacientes, al punto que podría decirse que el periodista está de más, que tranquilamente Milei podría leer por cadena nacional una declaración sin que se registren modificaciones con este tipo de entrevistas con preguntas que son más una invitación a que el entrevistado se explaye, a preguntas que abran contradicciones como corresponde a un verdadero reportaje. Nobleza obliga: la entrevista de Silvestre a Cristina funciona con el mismo método. En la entrevista reciente, a Milei descartó con su habitual elocuencia cualquier posibilidad de indulto. Me parece bien, me parece oportuno. También me pareció oportuno que reitere el principio de que “quien las hace las paga”, y sobre todo que afirme el principio de la independencia del poder judicial. No sé hasta dónde estas expresiones son sinceras, pero no está mal que la máxima autoridad política de la nación reitere un principio que no ha sido muy respetado en los últimos años. Luego se dedicó a ponderar las bondades de su gestión y a descalificar a economistas y políticos que lo contradicen. Como para que en la payada no haya ninguna estrofa ausente Milei acusó de corruptos al noventa por ciento de los periodistas, afirmación que no mereció ni una palabra, ni una frase por parte del periodista entrevistador quien seguramente considerará que él integra por derecho propio el diez por ciento de los periodistas que MIlei estima. También hubo palos y rebencazos para Macri. Para Macri y sus colaboradores. Conclusión: para MIlei los que lo critican son chantas, ensobrados o delincuentes, cuando no imbéciles y disminuidos mentales   Milei en estado químicamente puro. Un Milei, dicho sea de paso, que sigue controlando con solvencia las riendas del poder. El futuro inmediato decidirá si la presencia de Cristina comienza lentamente a eclipsarse o si el centro de las noticias volverá a ser la política nacional.

III. Respecto de Cristina continúan los ramalazos acerca de las modalidades de su condena. A decir verdad, esta letanía me tiene algo harto. Tobillera electrónica: sí o no; salidas al balcón a regar las macetas o a dar pasos de baile; si la visitan los parientes, los amigos o los punteros, o si puede escuchar radio o mirar televisión. Desde el punto de vista estrictamente político lo importante, lo decisivo, es que la justicia condenó a una expresidente, que la condena fue la consecuencia previsible de una laboriosa investigación acumulando pruebas y testimonios, condena que, dicho sea de paso no sorprendió  a la opinión pública, porque existe en el sentido común de la sociedad una percepción mayoritaria que los Kirchner robaron y robaron de manera escandalosa. La condena sienta un precedente jurídico: los poderosos pueden ir presos o presas; un precedente político: se puede disponer de poder, pero la justicia decide atendiendo su propia lógica; un precedente cultural: para una sociedad escéptica acerca de la eficacia de la justicia y, sobre todo, de la eficacia contra los poderosos, esta condena vuelve a instalar el principio de igualdad ante la ley. Esto objetivamente es una buena noticia. Por ese motivo es que digo que no estoy dispuesto a enredarme en la discusión acerca de la tobillera o de los pases de baile o de si la ex presidente dispone o no de visita íntima u otras privacidades por el estilo.

IV. No sé qué hará el peronismo de aquí en más. Los kirchneristas, está claro, se dedicarán a luchar por la libertad de Cristina, pero ya está visto que el kirchnerismo no es todo el peronismo y hay buenas razones para sospechar que con el paso de las semanas y los meses el kirchnerismo irá perdiendo progresivamente poder. De todos modos, al decir de Borges, la realidad es tan asombrosa que nunca debemos descartar que en algún momento Cristina vuelva a ocupar el centro del escenario o, por lo menos, a ser una protagonista fuerte. Con libertad o sin libertad. Sospecho que su destino político está muy atado a la suerte de MIlei. Una gestión aceptable de La Libertad Avanza alejará a Cristina de los escenarios del poder, pero un fracaso de gestión habilitaría el retorno de los K. De los K o de alguna de las versiones del peronismo. Hay otra posibilidad abierta hacia el futuro: la reconstrucción política de un centro republicano y democrático siempre insinuado y nunca cumplido.

spot_img
spot_img

Veinte Manzanas

spot_img

Al Toque

Jesús Rodríguez

El proyecto democrático de Alfonsín, entre la historia y el presente

Lilia Puig

Cultura política democrática: una asignatura pendiente

Rodolfo Terragno

Fabricando antisemitismo