El Presidente electo habló desde un lugar desconocido. Mantuvo que “pronto” volverá a su país. Las democracias del mundo desconocieron la juramentación de Maduro
Edmundo González Urrutia no pudo viajar a Venezuela para juramentarse y pasar de presidente electo a ejercer plenamente sus funciones. Suspendió su viaje en avión desde República Dominicana debido al cierre de facto que ejecutó la dictadura chavista, que activó sistemas antiaéreos y clausuró las fronteras por tierra.
“Buscaban hacer conmigo en el aire lo que hicieron contra nuestra líder”, dijo González Urrutia en un discurso grabado desde un lugar sin precisar, vestido de traje y acompañado de una bandera venezolana. Se refería a María Corina Machado, quien contó que el día anterior fue detenida por agentes de inteligencia que la interceptaron a tiros cuando se retiró de una concentración e iba de vuelta a resguardarse tras varios meses en la clandestinidad. Dicho de otro modo, el presidente electo —según las únicas actas que se conocen— temió que el chavismo derribase la aeronave.
En su mismo mensaje, sin embargo, renovó su compromiso por volver a Venezuela próximamente, sin dar mayores detalles.
También bajó línea a las Fuerzas Armadas, la policía y la administración pública, a quienes exigió desconocer a Maduro, descrito como un dictador usurpador. “Ordeno al alto mando militar desconocer órdenes ilegales que le sean dadas por quienes confisquen el poder y preparen mis condiciones de seguridad para asumir el cargo de presidente”.
Por otra parte agradeció el respaldo internacional, que distintos países manifestaron de varias maneras. Estados Unidos, Canadá y Reino Unido sancionaron a funcionarios chavistas. La Argentina, Uruguay y Paraguay lo reconocieron como presidente electo, lo mismo que Israel. Otros como Chile denunciaron las violaciones sistemáticas a derechos humanos en Venezuela y desconocieron la reelección de Maduro. De los países de la Unión Europea no acudió ningún diplomático a la ceremonia de Maduro, a la que solo se sumaron los dictadores de Cuba y Nicaragua, Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega, y diplomáticos de países árabes, islámicos y Rusia.
Queda claro que las democracias del mundo son afines a González, entre otras cuestiones, porque las únicas actas disponibles coinciden en que ganó ampliamente la contienda. Y a Maduro lo ven como alguien que no tiene escrúpulo alguno para preservar el poder.
De momento Corina Machado volvió a la clandestinidad y González Urrutia, exiliado, tiene la chance de preparar alguna estrategia con sus aliados. Pero es una incógnita cómo inclinar el orden interno a favor de la voluntad popular que se expresó en las urnas, con un chavismo que pese a toda la presión y el rechazo corre hacia adelante. Maduro, en el tintero, quiere reformar la Constitución para decretar un país con Estado comunal.
Pasado el 10 de enero, Maduro dormirá otra noche en Miraflores. No le faltan quienes tratarán de que no sean muchas más. Por ahora cuenta con las armas y la represión, no así con el apoyo popular. Caracas lució vacía, sin festejos y llena de servicios de inteligencia, un clima nada usual para quien festeja ser, en teoría, la persona más votada del país.