Un día como hoy, en 1905, Hipólito Yrigoyen lideró el regreso a las armas de la Unión Cívica Radical.
Después de las revoluciones de 1890 y 1893, ya sin Leandro Alem, comenzó un levantamiento con eje en Bahía Blanca, Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, y Rosario la evidencia de una insólita regresión que, después de veinticinco años de transgresiones a todas las instituciones morales, políticas y administrativas, amenaza retardar indefinidamente el restablecimiento de la vida nacional; ante la ineficacia comprobada de la labor cívica electoral, porque la lucha es de la opinión contra gobiernos rebeldes alzados sobre las leyes y respetos públicos; y cuando no hay en la visión nacional ninguna esperanza de reacción espontánea, ni posibilidad de alcanzarla normalmente, es sagrado deber de patriotismo ejercitar el supremo recurso de la protesta armada a que han acudido casi todos los pueblos del mundo en el continuo batallar por la reparación de sus males y el respeto de sus derechos», fue la proclama que firmó Yrigoyen, como presidente honorario
En la Capital, la revolución tuvo como objetivo el arsenal para distribuir armas a las milicias radicales y tomar las comisarías porteñas.
El presidente Manuel Quintana declaró el estado de sitio; mientras, en todo el país, a los revolucionarios se les sumaban jóvenes militares.
En Córdoba, el comandante Daniel Fernández junto a Délfor del Valle detuvieron al vicepresidente José Figueroa Alcorta y a Julio Roca (h).
José Néstor Lencinas constituyó gobierno provisional en Mendoza.
En Rosario, el movimiento cargó sobre las comisarías 2, 3, 14, 16, 17 y 27.
En Bahía Blanca se sublevaron dos regimientos.
El 8 ya no quedó ningún levantamiento en pie.
Algunos, se exiliaron en Chile o Uruguay, la mayoría cayó presa hasta la amnistía de 1906. Decenas murieron combatiendo
«Triste condición sería la de un país si su prosperidad sólo hubiera de consistir en el fomento de sus intereses materiales. El progreso es constituido por las fuerzas morales que contiene», declaró Yrigoyen tiempo después
Fue la última revolución radical previa a la ley por la que tanto batalló. En 1912, llegó el sufragio universal, secreto y obligatorio y cambió la Argentina para siempre.