viernes 19 de abril de 2024
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PASO 2017, grandezas y miserias de las victorias parciales

Dicen que Marcos Peña tiene una idea fija. La disolución, dispersión o insignificancia del radicalismo y el peronismo y la construcción de un nuevo sistema político que gire en torno del Sol PRO. Los números de la Gran Encuesta Nacional –las PASO del domingo 13 de agosto– ¿dan alas a ese sueño?

¡Tenga mano, tallador! El macrismo ciertamente está demostrando fortaleza electoral. Le ha asestado algunas derrotas sangrantes al peronismo. Y ha logrado enmudecer al radicalismo en Provincia de Buenos Aires y Capital.

Pero la apabullante victoria en la Capital fue de la mano de Lilita Carrió. El mejor resultado de una figura que arrancó en un partido que se llamaba Argentinos por una República de Iguales. Lilita reafirmó su compromiso con la República y se desentendió de los Iguales, ya limitados al querible matancero Toty Flores, a quien mostraron mucho y dejaron hablar poco.

El cerco sobre Lousteau fue exitoso. El anhelo de Rodríguez Larreta de sacárselo de encima para el 2019 logra hasta hoy un resonante respaldo. Habrá que ver si Lousteau se repone y, sobre todo, si Elisa Carrió no se tienta por un premio más jugoso que la diputación nacional.  

Muchos felicitan a Durán Barba. Le atribuyen la candidatura Bullrich y otras precisiones de la campaña, seguramente certeras. Pero el consultor, se sabe, no quiere a Lilita ni a los radicales. Sin Carrió no hubiese arañado el cincuenta por ciento de los votos porteños. Sin los radicales era impensable la victoria en Córdoba, por hablar de los triunfos de mayor impacto. Sin contar las docenas de intendentes bonaerenses que ayudaron a la votación de Bullrich (aunque otros radicales siguieran enojados).

Claoroscuros radicales

Los radicales aún discuten si les fue bien o mal. Veamos. Los tres gobernadores ganaron sus provincias. Quien más ventajas logró es quien a priori parecía más comprometido, el correntino Ricardo Colombi. En Jujuy Morales ganó bien, pero con menos votos de los que esperaba. En Mendoza, la provincia más grande en manos radicales, el triunfo también fue claro pero también con menos luz de la esperada.

En la provincia de Buenos Aires los amigos del vicegobernador Daniel Salvador rescatan el aumento de radicales en la legislatura provincial y la Cámara de Diputados. Sus objetores marcan el ninguneo de los candidatos radicales, que no aparecieron en ningún evento relevante; fuera de los pequeños distritos, el gran público no recibió mensaje alguno de la UCR. Como suele ocurrir, todo el mundo tiene razón…

En Córdoba, quedó dicho, los radicales fueron clave en la victoria sobre un peso pesado como el gobernador Schiaretti. Ni hablar de Costa, el radical que apabulló a Alicia Kirchner. Y la coalición UCR-PRO que venció en Entre Ríos, La Pampa y San Luis.

En Chaco acaso Cambiemos hubiera podido ganar si en lugar de incorporar una lista limitada a Aída Ayala seguida de la Coalición Cívica y el PRO, dos fuerzas fantasmagóricas en la provincia, hubiera convergido con el aun potente Ángel Rozas.

Córdoba y Santa Fe son dos provincias que en 2019 puede ganar cualquiera. Peronistas, macristas, socialistas, incluso dos radicales.

Las derrotas de Tucumán, Catamarca y La Rioja golpean a los radicales en tres distritos que aspiran a disputar en 2019 y hoy parecen demasiado lejanos. En la victoria de La Pampa la torpeza internista dejó dos listas radicales enfrentadas; por el medio, con menos votos, se filtró el PRO y les ganó a ambas.

En cambio, si el PRO hubiera admitido las muchas ofertas de internas de Cambiemos seguramente habría ganado Buenos Aires y Santa Fe. La mezquindad a veces da frutos, pero no siempre. Y a la larga…

Peronistas desorientados

Hubo victorias, derrotas y empates para todos los gustos.  Opositores furiosos que ganaron (Formosa, Santa Fe, al parecer la propia Cristina). Pero fueron derrotados Santa Cruz, San Luis y La Pampa, tres provincias que el peronismo administra desde 1983 y venían enfrentando duramente a Mauricio.

Cristina arrancó su carrera bonaerense en 2005 con una contundente victoria sobre Chiche Duhalde. Volvió a ganar en 2007 y 2011. Aun ganando hoy con el 35% estará veinte puntos por debajo de su presentación en las presidenciales de 2011.

Los gobernadores dialoguistas vivieron días dispares. Urtubey, el más anti-cristinista y con imagen más trabajada, retuvo su feudo sin sobresaltos. Dialoguistas victoriosos en San Juan y Chaco y también vencidos (Córdoba, Entre Ríos).

El cristinismo celebra una inesperada victoria en Santa Fe. Vio hundirse a los socialistas y la imprevista entronización de Agustín Rossi, en una interna panperonista donde el senador Perotti, fuerte candidato a gobernar la provincia en 2019, asiste asombrado al ascenso de Rossi.

La victoria de Cambiemos sobre la dinastía K en Santa Cruz no deja de mostrar que la Patagonia permanece hostil. Cambiemos perdió feo en Chubut, Río Negro y Tierra del Fuego.  Todo kirchnerista, opacado por la caída de la Hermana Alicia.

Los provincialistas amigos de la Casa Rosada (la ocupen CFK o Mauricio Macri) ganaron por menos de lo esperado en Misiones (perdieron Posadas) pero conservaron su montaña de votos en Santiago del Estero.

Los tercerismos se derriten

El clima muestra a los votantes molestos con el peronismo y desalentados con el gobierno. Pero gobierno y peronistas sacaron más votos que nadie, con diferencia.

Parecía el espacio ideal para los tercerismos. Sin embargo, los tercerismos se derritieron. Massa-Stolbizer en Buenos Aires, Lousteau-UCR Capital, los socialistas santafesinos. Guarismos idénticos: menos de 12 puntos para los socialistas, 13 para Lousteau, 14 para Massa-Stolbizer. ¿Desaparecen las terceras fuerzas, asfixiadas en la pinza que construyó el kirchnerismo y ha heredado con sagacidad el PRO?

Hay pérdida del invicto del massismo en sus últimos dos distritos conurbanos (San Fernando y sobre todo Tigre). Y el derrumbe de los dos intendentes de Randazzo: Katopodis en San Martín, Zabaleta en Hurlingham. Hasta gobernadores no alineados la pasaron mal; perdieron en Chubut, Río Negro y Neuquén.

El progresismo es otro espacio cuyos defensores parece empequeñecerse después de cada comicio. Tal vez la crisis que aqueja a buena parte de la socialdemocracia europea. ¿O acaso el final de la Alianza derritió las esperanzas populares en un frente de centro-izquierda, una alternativa social-demócrata?

Las PASO 2017 dejaron una convivencia civilizada, ausente de violencia y con marcada tolerancia. Es algo, ante la ausencia de otros méritos. Las campañas fueron pobres, el debate inexistente, las propuestas irrisorias (tener confianza vs. qué mal estamos). El nivel periodístico resultó alarmante, sobre todo al final, cuando experimentados profesionales hacían preguntas de aprendices. Y nunca exigieron a funcionarios y mandatarios, al revés de lo ordenado en los manuales de estilo, la academia y las prácticas aceptadas. Las encuestas volvieron a fallar. No hay caso, cada elección es como la Argentina. Desigual y combinada.

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