Desde que la reforma de la Constitución Nacional de 1994 eliminó el Colegio Electoral e instauró la elección directa del presidente, el conurbano bonaerense se convirtió en un territorio central en la política argentina.
Allí el 29 por ciento de la población nacional está concentrada en el 0.5 por ciento del territorio del país. Además en el conurbano la mitad de sus trabajadores son informales, ahí radica el mayor índice de pobreza y también de indigencia de todo el país y el 15 por ciento de su población vive en más de 1200 villas de emergencia.
Con los recursos propios de los municipios solo se financia menos de la mitad de sus gastos; el resto depende de la coparticipación provincial. El conurbano tiene el 74 por ciento de la población de la provincia pero recibe aproximadamente el 55 por ciento de los recursos coparticipables. A su vez y para peor la provincia de Buenos Aires- con el 40 por ciento de la población nacional- recibe sólo el 19 por ciento de ese tipo de recursos.
Se sabe además que por estos factores y por tradición e identidad, el conurbano es un distrito tradicionalmente peronista. Es raro que allí las opciones peronistas en elecciones presidenciales saquen menos de 60 por ciento de los votos. Recordemos un 74 por ciento de Cristina Kirchner en 2011 en Florencio Varela. En cambio las opciones no peronistas es raro que puedan pasar del techo del 30 por ciento en esas elecciones.
Por lo tanto el panorama es difícil para cualquier gobierno que venga, pero las opciones no peronistas tendrán que diseñar estrategias inteligentes y cuidar la imagen de los dirigentes con mejor imagen en el territorio.
